Por COMISIÓN DE ETICA DEL CPB *
El periodismo a nivel global enfrenta una crisis sin precedentes. Los medios tradicionales sufren una severa disminución de ingresos por publicidad debido a la competencia desleal de «influencers» y portales pseudoperiodísticos que en las redes sociales difunden noticias falsas, titulares sensacionalistas y engañosos para captar lectores y clics. Las fronteras éticas están desapareciendo y el consumidor de noticias pierde su derecho a estar informado con la verdad.
La Comisión de Ética del CPB considera oportuno recordar principios y valores que deben inspirar el ejercicio del periodismo.
NUNCA RENUNCIAR AL INTERROGATORIO
Los comunicados y las autoentrevistas son formas de manipular al periodista y evitar que pueda indagar sobre todos los elementos de una noticia.«La llama sagrada del periodismo es la duda, la verificación de los datos, la interrogación constante. Allí donde los documentos parecen instalar una certeza, el periodismo instala siempre una pregunta», dijo el escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez (1934-2010), en sus lecciones de periodismo dictadas en la Universidad de La Plata.
«Preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar cien veces antes de informar: esos son los verbos capitales de la profesión más arriesgada y más apasionante del mundo», agregó Martínez, autor de Santa Evita (1955), la novela que narra entre la ficción y la realidad la vida de Evita Perón, la esposa y carismática aliada del presidente Juan Domingo Perón (1895-1974), que durante más de 50 años fue el principal actor de la política argentina en el siglo XX.
Para Jorge Lanata (1960-2024), referente del periodismo argentino, preguntar es la esencia del periodismo. «Soy periodista porque tengo preguntas. Si tuviera respuestas sería político, religioso o crítico», manifestó el director, reportero, novelista y libretista en un discurso pronunciado en agosto de 2013 en Buenos Aires.
NO AL PERIODISMO MILITANTE
Vivimos tiempos de polarización en muchos países donde han surgido los periodistas militantes que disfrazan preguntas en discursos para defender las ideas o programas del gobernante de turno o tratan de posicionarse para dar el salto a la política o a la burocracia. «El periodismo militante es la antítesis de lo que soy yo. Ellos están llenos de respuestas y están dispuestos a aplicarlas. Soy periodista porque no sé”, agregó Lanata al comentar el fenómeno que erosiona el periodismo ético.
EL PERIODISTA NO ES IGUAL AL MEDIO
Es común que la gente piense que trabajar para un determinado medio de comunicación establece una identidad del periodista con lo que representa el portal en las redes sociales, el canal de televisión, la radio o los periódicos impresos o digitales.
Juan Gossaín, quien dirigió durante 27 años el servicio noticioso de RCN radio, contó en El Tiempo hace ya bastantes años esta anécdota: «Un funcionario del palacio presidencial me preguntó en Bogotá: Usted trabaja para RCN, ¿verdad? No, señor –le respondí–. A mí me paga RCN, pero yo trabajo para la gente».
Gossaín disfrutaba de prestigio y autonomía para hacer este tipo de precisiones. ¿Podría hacerlo un reportero raso? Ni siquiera un columnista investigador de la categoría de Daniel Coronell pudo enfrentar el poder de los dueños de la revista Semana. Entre mayo y junio de 2022 hubo una controversia interna entre Coronell y Felipe López, director de Semana sobre posible manipulación de informes publicados en el medio. El columnista estrella fue despedido por cuestionar el contenido publicado en el medio que le pagaba su salario.
El periodista asalariado está en la encrucijada: si se apega a los principios éticos quizá no pueda informar con libertad de lo que está sucediendo cuando pisa callos que pueden doler a los propietarios del medio. Si actúa con la independencia que exige la ética arriesga su empleo.
¿LA CENSURA Y LA AUTOCENSURA SON OPCIONES?
En Colombia la Constitución prohíbe la censura de prensa, pero de hecho existe en las zonas rojas en donde el Estado ha perdido el control del territorio. Los periodistas que trabajan en áreas controladas por los grupos armados al margen de la ley deben autocensurarse pues ellos ordenan lo que se puede o no se puede publicar. Guardar silencio es obligatorio para evitar ser asesinados, desplazados o amenazados. En 2024 hubo 530 agresiones contra periodistas, incluyendo tres asesinatos, según estadísticas de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip).
EL PODER VS. LA PRENSA
El papel esencial del periodismo es ser vigilante de quienes ejercen el poder. Los periodistas de los medios de comunicación que investigan y denuncian constituyen una piedra en el zapato para los gobernantes autócratas. En Argentina, el presidente Javier Millei, quien se hizo popular haciendo análisis de economía en televisión con desparpajo y un lenguaje vulgar, ahora considera que los medios «son la peor cloaca del universo». Así lo manifestó en su cuenta de X el 20 de noviembre del 2024, en un mensaje en el cual acusó a los periodistas de mentir, extorsionar y recibir sobornos. Usando su famosa motosierra, el 3 de marzo del 2024 cerró la agencia noticiosa oficial Télam y dejó cesantes a 800 periodistas. También redujo la publicidad oficial para agudizar la crisis económica de los medios tradicionales y usar solo las redes sociales y la televisión para difundir la información del gobierno. Estas medidas fueron calificadas por los gremios periodísticos como el más grave atentado contra la libertad de expresión en los últimos 40 años pues el flujo de la información del gobierno se ha reducido y el acceso al presidente Millei se limita a una docena de periodistas amigos que le hacen reportajes con libreto acordado.
En la misma línea está el presidente de Estados Unidos Donald Trump quien cerró la Voz de América (VOA) que surgió en 1942 para difundir por radio información sobre la II guerra mundial y contrarrestar la propaganda nazi. A partir del 31 de marzo fueron despedidos 1.300 periodistas, camarógrafos y asistentes administrativos, alegando que su tarea era ´´defender de la izquierda radical´´ y al Partido Demócrata.
Los medios y periodistas que no siguen sus instrucciones también son víctimas de represalias. A los corresponsales de la AP, la centenaria y emblemática agencia de noticias, los excluyó de viajar en el avión presidencial y de las ruedas de prensa en la Casa Blanca, porque no atendieron su orden ejecutiva de cambiarle el nombre al golfo de México, que ahora es para Trump, el golfo de América.
El Washington Post, uno de los diarios más respetados del país, tuvo que autocensurarse para no enojar a Trump.El pasado 3 de enero el Post no publicó una caricatura que presentaba a Jeff Bezos, el multimillonario propietario del diario y otros cuatro dueños de las empresas de tecnología, arrodillados ante Trump entregándole bolsas con dinero. Su autora Ann Telnaes, ganadora de un premio Pulitzer en la categoría de caricatura, renunció al periódico tras una carrera de 17 años publicando dibujos satíricos.
En Colombia el presidente Gustavo Petro ha mantenido una política de confrontación con los periodistas. En el consejo de ministros difundido por televisión el martes 25 de marzo acusó a la prensa de adelantar una «campaña perversa» para culpar al gobierno de la crisis de la salud, la cual atribuyó al «modelo neoliberal» que alimenta la corrupción y la codicia. Anteriormente a las reporteras las llamó «muñecas de la mafia», a María Jimena Duzán la acusó de ejercer «periodismo del Mossad» -servicio de inteligencia de Israel que tenía el engaño como una herramienta de guerra- por investigaciones sobre presunto tráfico de influencias de su ahora canciller Laura Sarabia y descalificó a la Flip por tener entre sus fundadores a un personaje investigado por paramilitarismo. La lista es larga y aunque el 9 de septiembre de 2024 Petro firmó una directiva presidencial en la cual se compromete a que ningún funcionario del gobierno estigmatizará a los medios y sus periodistas, en el mismo discurso pronunciado en la ceremonia, violó la directiva al afirmar que los periodistas eran cómplices silenciosos de un golpe de estado fraguado por el Consejo Nacional Electoral. La noticia es falsa pues el CNE lo que está investigando es si la campaña Petro presidente del 2022 violó los topes de financiación. Si se comprueba lo peor que le puede ocurrir a Petro es que la sentencia pase al conocimiento de la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes, su juez natural, en donde se archivan todas las denuncias contra quienes han ejercido la presidencia de Colombia.
Todos estos episodios constituyen una amenaza para la libertad de prensa y la estabilidad democrática y obligan a los periodistas a observar estrictamente el equilibrio informativo, mostrando las dos o más caras de la noticia y manteniendo relaciones distantes pero cordiales con el presidente y los altos funcionarios públicos que son sus fuentes informativas.
EL PERIODISTA NO JUZGA, ES UN TESTIGO
La corrupción en Colombia forma parte de un engranaje que funciona sincronizadamente con la participación de políticos, funcionarios, policías, magistrados y jueces, contratistas y lobistas. El periodismo de investigación es desde hace varios años quizá el principal muro de contención para quienes ejecutan el enorme y sistemático hurto de los dineros que los colombianos pagamos en impuestos. La Fiscalía que es órgano constitucional encargado de investigar los delitos recopila las denuncias publicadas por los periodistas y abre los expedientes para las investigaciones respectivas, las cuales prosperan cuando hay un interés mediático generado por la importancia de los presuntos corruptos. Pero algunos «peces gordos» lograron sobornar a los fiscales y jueces para «engavetar» las investigaciones que mueren por prescripción. El seguimiento de la noticia es la clave para evitar la impunidad. Hasta ahí llega la función del periodista que Tomás Eloy Martínez sintetizó así: «el periodista no es un policía ni un censor ni un fiscal. El periodista es, ante todo, un testigo acucioso, tenaz, incorruptible, apasionado por la verdad, pero solo un testigo».
*Javier Baena-Presidente; Olga de Villegas – Comisionada; Raúl Gutiérrez – Comisionado y Camilo Tovar – Comisionado