Por: Andrés Felipe Rivera Motato
Quisiera comenzar en este espacio resaltando el papel que cumple el arte dentro del desarrollo y el progreso de la ciudad, entendiéndolo como una manifestación que permite que Manizales sea visualizado desde otras latitudes del mundo. Las ferias y festivales que a lo largo del año reúnen a los artistas, fomentan el turismo y el desarrollo para la región.
Si en algo hay que agradecer por esto es a las mismas personas que de manera independiente se logran mantener haciendo arte. Gente que invierte su dinero, tiempo y dedicación que en ocasiones no se remunera de la manera como se debería, pero siempre brindando lo mejor de sí para subrayar en el nombre de una ciudad que más allá de sus festivales poco les brinda.
Como lo mencioné en un principio, anualmente en la ciudad hay una cantidad de eventos que enmarcan y resaltan el buen nombre de Manizales. En su mayoría son festivales que cuentan con muy poco apoyo por parte del estado, se realizan “con las uñas” y, aún así, se mantienen vigentes con el pasar del tiempo.Vigencia que permite que los gobernantes saquen pecho por tener una ciudad llena de cultura.
El otro día me senté a pensar en cuáles de los artistas de la ciudad que me representan han llegado a pisar escenarios internacionales y analizaba profundamente ¿por qué son tan pocos? En ese debate interno llegué a diferentes conclusiones:
Uno de ellos es que el hecho de ser independiente cuesta mucho dinero, en mi caso personal llevo aproximadamente 3 años invirtiendo mensualmente $700.000 COP en un proyecto musical caprichoso, que a veces me pone a pensar si de verdad quiero seguir en lo mismo o debería tirar a la basura ese fruto que no me da de comer. Me cuesta creer que existan bandas, grupos, colectivos y demás artistas que invierten mucho más que esa cifra y no reciben nada a cambio, en ocasiones ni las gracias.
Otra de las conclusiones, es que en Manizales no existen circuitos de circulación cultural. No hemos contado con la suerte de tener un secretario, gerente o dirigente del sector cultural que sea visionario y que piense en que más allá de lo que pasa dentro del entorno local, los artistas somos un producto intangible y a la vez un canal para vender la ciudad por fuera de ella.
Así mismo, como Manizales es una cuna de artistas auténticos y en su mayoría talentosos, la falta de oportunidades para desenvolverse en la labor ha llevado a convertirse a su vez en un cementerio que ve morir día a día una gran cantidad de propuestas que contaron con suficiencia para ser grandes y que no tuvieron la manera de sostener su independencia y tampoco fueron valorados por las entidades públicas.
Percibo que con el paso de los años, aquellas ferias, festivales y eventos que resaltan y caracterizan a la ciudad dejarán de ser un adorno para los gobernantes porque solo quedan dos salidas: se privatizarán o tristemente se convertirán en el recuerdo de lo que pudo ser.