La Organización Mundial de la Salud advierte que el ahogamiento sigue siendo una causa silenciosa de muerte en el mundo, especialmente entre niños, jóvenes y poblaciones vulnerables.
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Al menos tres millones de personas han muerto ahogadas en los últimos diez años, según informó la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aunque las cifras globales han disminuido desde el año 2000, aún se pierden más de 300.000 vidas cada año por esta causa.
En 2021, se estimaron 300.000 muertes por ahogamiento, de las cuales el 12% (35.000) ocurrieron en la región del Mediterráneo Oriental. La OMS dio a conocer estas cifras en el marco del Día Mundial para la Prevención de los Ahogamientos, que se celebra cada 25 de julio para visibilizar su impacto y promover acciones para prevenirlo.
Los ahogamientos son una de las principales causas de muerte accidental y se definen como el proceso de experimentar dificultades respiratorias por inmersión o sumersión en un líquido. Este año, el lema de la jornada fue: “Cualquiera puede ahogarse; a nadie debería sucederle”.
En la región del Mediterráneo Oriental, los menores de 30 años son los más afectados, con un 83% de las muertes registradas en ese grupo etario. Los niños de entre cinco y 14 años representaron el 23,4% del total, siendo el ahogamiento la segunda causa de muerte en esa franja de edad.
Esa misma región reporta la tasa de mortalidad más alta por ahogamiento entre menores de cuatro años y una de las menores reducciones en los índices de mortalidad durante la última década, según la OMS.
Las tasas más elevadas de ahogamiento se presentan en países de ingresos bajos y medios bajos. También se observa un impacto desproporcionado entre poblaciones marginadas, migrantes y personas en situación de pobreza.
Entre los factores de riesgo, la OMS destaca el acceso sin control a cuerpos de agua, el hacinamiento en embarcaciones, la falta de supervisión, las inundaciones, el mal tiempo y la participación en actividades acuáticas sin medidas de seguridad.
Para reducir estas cifras, la OMS recomienda implementar planes nacionales de prevención, campañas de concienciación, formación en seguridad acuática y sistemas de alerta temprana. Algunos países han avanzado con intervenciones efectivas, pero el organismo subraya que aún es necesario un compromiso mayor y sostenido a nivel mundial.