Menor de 15 revela logística del magnicidio contra el senador Miguel Uribe Turbay en Bogotá

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Un hecho estremecedor sacude la escena política y criminal en Colombia: un menor de 15 años, conocido con el alias Tianz y ya sentenciado por magnicidio, reveló ante la investigación detalles de la planificación y la logística del intento de atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay. La declaración forma parte de un expediente que busca identificar a los autores intelectuales y trazar la ruta del dinero que sostendría la estructura criminal detrás del plan, un giro que añade capas de complejidad a un caso que ya tenía varias aristas abiertas.

Las revelaciones, que involucran a varios sospechosos y miembros no identificados por nombre —entre ellos una figura referida como La Firma y un conductor— describen un entramado que comenzó con el reclutamiento y las amenazas, y que se habría articulado alrededor de instrucciones precisas para ejecutar el magnicidio. Según el testimonio, el reclutamiento se habría efectuado a través de contactos conocidos como Caleño, quien funcionaría como el enlace habitual, y habrían existido llamadas de recogida en motocicleta, borrado de conversaciones para evitar rastros y videollamadas para confirmar instrucciones. El arma de fuego habría sido entregada por la persona identificada como Chipi, cuyo nombre real es Élder José Arteaga, bajo un plan que contemplaba la utilización de un Chevrolet Spark negro y la participación de una mujer vestida de rosa, así como una supuesta red de apoyo que permitiría una eventual fuga en moto desde el parque El Golfito, en Engativá, al occidente de Bogotá. El plan habría quedado fijado para el 7 de junio, fecha del supuesto plan y del atentado, y el atentado no se consumó, pues el senador murió el 11 de agosto en circunstancias que aún están bajo investigación.

Detalles de la investigación y la logística revelada

Entre los datos más relevantes figuran que la persona a cargo de las instrucciones finales sería Élder José Arteaga, alias Chipi, quien ha sido identificada como quien dio las órdenes, mientras que el contacto habitual para coordinar acciones es alias Caleño. También se menciona la presencia de otros involucrados no identificados por nombre, como La Firma y un conductor, así como la mención repetida de la participación de una mujer que vestía rosa y del uso de un vehículo específico para el traslado. La operación habría contado con un vehículo Chevrolet Spark negro y con una ruta de escape supuestamente preparada para montarse en una motocicleta, con promesas de huida que incluían la salida del lugar en dos ruedas. En las conversaciones y videollamadas, se habrían borrado conversaciones y se habrían capturado pantallazos como prueba, mecanismos que, según la fuente, serían indicios de un intento de ocultar la planificación y las comunicaciones entre los involucrados. En el testimonio, se describe que la persona que llevaba el arma preguntaba si se prefería un ataque en ráfaga o disparo a tiro corto, lo que evidencia la intención de infligir entre cuatro y siete disparos, según la instrucción recibida.

«Pille, toca acostar a este man» – Autor no identificado

«Yo quiero que le pegue de seis a siete tiros o mínimo cuatro» – Élder José Arteaga, alias Chipi

«Me mostró de nuevo la foto y me dijo que toca acostar a este man, esta es el arma que se le va a dar, ¿usted la quiere en ráfaga o tiro a tiro?» – Élder José Arteaga, alias Chipi

«De todas maneras, esté tranquilo porque la Policía ya está toda comprada y tiene cinco minutos para salir del lugar. Ellos se van a hacer los bobos como cinco minutos y usted tiene que correr, montarse a la moto y salir» – Élder José Arteaga, alias Chipi

En el análisis de contexto, las autoridades señalan que la banda criminal habría estado recolectando información sobre movimientos de Uribe Turbay y de su entorno durante meses, lo que ayuda a entender por qué este testimonio del menor ha adquirido ahora mayor relevancia para la investigación. La noticia adquiere mayor peso debido a que se revelan por primera vez detalles logísticos y de las amenazas vinculadas a la planificación, lo que podría permitir identificar a los autores intelectuales y comprender mejor la ruta del dinero que sostiene la operación. El impacto se proyecta hacia una mayor claridad sobre la planificación del magnicidio y posibles implicaciones para la seguridad de los escoltas y para la red criminal implicada.

Entre los elementos secundarios que emergen están los alias y roles indicados: El Costeño o Chipi corresponde a Élder José Arteaga, quien habría dado las instrucciones; alias Caleño describe al contacto habitual; y la mención de elementos como la presencia de una mujer vestida de rosa y el uso de un Chevrolet Spark negro sitúan la escena en un marco concreto de logística. También se mencionó la posible complicidad de la fuerza pública y la incertidumbre de la Fiscalía respecto a ciertos elementos del caso, circunstancias que las autoridades buscan aclarar con la continuidad de la investigación. Las pruebas aportadas por el testimonio incluyen comunicaciones borradas y capturas de pantalla durante videollamadas, que podrían servir para trazar el itinerario de los actos y la cadena de mando dentro de la organización criminal.

En definitiva, la declaración del menor implica un giro significativo en la comprensión de la red que habría preparado el magnicidio y reitera la necesidad de esclarecer no solo los hechos materiales sino también a los responsables intelectuales y la trazabilidad de los fondos que sostienen la operación. Este desarrollo mantiene a la opinión pública atenta y a las autoridades en alerta sobre las potenciales vulnerabilidades en la seguridad de figuras públicas y en la necesaria depuración de redes criminales que operan en la capital y sus alrededores.

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