Negociaciones en Ginebra buscan acuerdo vinculante para frenar la contaminación por plásticos

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Se estima que la producción y los residuos plásticos podrían triplicarse para 2060 si no se adoptan medidas globales.

Las negociaciones para alcanzar un tratado internacional contra la contaminación por plásticos comenzaron esta semana en la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, con la participación de delegados de casi 180 países.

El objetivo es lograr un acuerdo jurídicamente vinculante que aborde todo el ciclo de vida del plástico, desde su diseño y producción hasta su eliminación. De no concretarse este tratado, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advierte que la producción y los residuos plásticos podrían triplicarse hacia 2060, con impactos significativos sobre la salud humana y el medioambiente.

“La crisis del plástico está fuera de control y genera una creciente indignación”, declaró Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, al abrir las sesiones. “Está presente en los océanos, en la naturaleza y también en nuestros cuerpos”.

El proceso de negociación se desarrolla en torno a un borrador de 22 páginas, que incluye 32 posibles artículos. El texto será discutido artículo por artículo a lo largo de diez días de sesiones lideradas por el Comité Intergubernamental de Negociación.

Una de las propuestas centrales es promover una economía circular para el plástico, evitando su liberación en el medioambiente. Esto implicaría no solo aumentar el reciclaje, sino también intervenir en la fase de producción. “No saldremos de esta crisis solo reciclando”, ha reiterado Andersen en declaraciones previas.

Desde Suiza, país anfitrión de las conversaciones, la directora de su Oficina Federal para el Medio Ambiente, Katrin Schneeberger, afirmó que los residuos plásticos afectan directamente a los ecosistemas acuáticos, la fauna y la salud de las personas. “Este no es solo un problema ambiental. Es un desafío global que requiere acción urgente y colectiva”, expresó.

Schneeberger también señaló que, durante las conversaciones, algunos países productores no mostraron disposición a establecer límites de producción, lo que podría dificultar los avances. No obstante, sostuvo que lograr un entendimiento compartido sobre la necesidad de intervenir tanto en la producción como en el consumo ayudaría a destrabar las negociaciones.

Las conversaciones se enmarcan en una resolución adoptada por los Estados miembros en 2022, en la que se comprometieron a desarrollar en un plazo de dos años un instrumento internacional jurídicamente vinculante para frenar la contaminación plástica, incluida la marina.

El alcance del problema ha sido ampliamente documentado: objetos cotidianos como pajillas, vasos, bolsas plásticas y productos cosméticos con microplásticos terminan en los océanos o en vertederos, generando efectos ambientales y sanitarios.

Al margen de las negociaciones, activistas expresaron su expectativa de que el tratado tenga un enfoque ambicioso. Shellan Saling, presidenta interina de la Red de Acción Plástica Juvenil, advirtió que el plástico tiene efectos sobre la salud reproductiva, el desarrollo fetal, el sistema inmunológico y diversas formas de discapacidad.

Para Andersen, cualquier acuerdo deberá ser lo suficientemente sólido para adaptarse a las distintas realidades nacionales y, al mismo tiempo, resistir el paso del tiempo. Recordó que durante su visita a Pakistán tras las inundaciones de 2022, observó que una parte importante de los residuos que obstruían los desagües era plástico. “Por eso estamos aquí: para encontrar soluciones sin dejar a nadie atrás, y garantizando que las economías sigan funcionando”, concluyó.

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