Por ESTEBAN JARAMILLO OSORIO
Ni goleada, ni ridículo, pero el resultado pudo ser mejor.
No fue un mal partido para el Once Caldas, aunque el soñado “Maracanazo” no llegó. Valorados el riesgo y el esfuerzo para minimizar la diferencia en el resultado y en la calidad del rival, especialmente en el segundo tiempo.
Comienzo incierto. Fluminense con autoridad abrumadora, con exquisitas triangulaciones que fueron pésimo augurio.
Perdía el Once a los dos minutos en un remate zurdo, seco, de Martinelli, sin opción de réplica por los errores en su defensa en el manejo de un rebote. Con penalti, por fortuna anulado, a los ocho y un segundo gol de Kevin Serna a los 34, en sutil maniobra colectiva para sellar el resultado.
Primer tiempo del local. Con Jhon Arias conduciendo a placer, respaldado por un festival de toques en espacio reducido,que mareaba, para poner fuera de sitio al Once Caldas en su marcación.
Al fin y al cabo, para explicarlo, Fluminense es club de lujo en Brasil, fue campeón de Libertadores en 2023, está clasificado al mundial de clubes, tiene una prestigiosa nómina y jugaba de local.
Tras el desaliento del primer episodio, el tradicional y combativo equipo de «el Arriero”, reapareció. Al refrescar su nómina, con retoques en sus líneas, lo que incluyó al goleador Moreno, quien, a media hora del final, estaba en el banco por su discreto rendimiento, cumplió otro papel.
Asumió riesgos, llenó de futbol el medio campo, pero sin penetraciones acertadas. Activó las bandas, con toque-toque aquí y allá, con futbol alegre, sin claridad en la definición y sin probabilidades de gol.
Pases cortos continuos ante un rival replegado, con su bloque bajo, que cedió alternativas, se refugió y no volvió a atacar, por su conformismo. Dio el partido por resuelto y se relajó.
Sus pocas llegadas las controló el portero Aguirre cuando asumió el papel de portero líbero interpretando a la perfección el juego al espacio despoblado.
Ocasionalmente, los delanteros brasileros, sacaron a Cardona de su posición, al igual que a Riquet, con baile, pero no lograron ampliar la diferencia.
Entre las pocas opciones de gol, el Once tuvo en su registro un inofensivo disparo de Alejo García, a quien le tembló, como a varios de sus compañeros, el pulso en el “Marcaná”, siempre intimidante.
Y un chanfle de Mateo al balón, que, aunque con peligro, tomó otra dirección a media que se acercaba a la portería de Fabio, golero rival.
Hubo momentos críticos en el partido, cuando el Once Caldas no pensaba en la remontada, le huía a la goleada, pero todo lo sorteó a través del dominio del balón.
El juego representó la realidad del futbol de cada club, de cada país. Al margen del fervor emocional, hay que aceptarlo. Son grandes las diferencias.
P.D. El “BULO BULO”, desconocido rival en la repesca, de poca monta, sin tradición. Sin figuras, sin dinero, sin estadio, peligroso rival porque nada tiene que perder.