Once Caldas: Qué bueno es soñar

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Por Esteban Jaramillo Osorio
 
A puerta cerrada se gestionó la salida de Robert Mejía. No quería estar en el club y prefirió otros rumbos. Lo advirtió desde que llegó.

No hubo forma de retenerlo. No fue un lucrativo negocio. Prevaleció su capricho.

Su salida, como la de Palacios es relevante. Había consolidado su juego al lado de Mateo García, como pareja dinámica en marcas, explosiva al pasar al ataque.
 
 Felipe Aguilar, campeón con Nacional y con la juvenil de Colombia, se asomó en el mercado de futbolistas sin contrato, pero está fuera de forma.
 
Surge la opción de Dannovi Quiñones, quien ultima su recuperación. En los albores de su futbol jugó como zaguero central derecho. Es rápido y fuerte en los duelos aéreos, pero debe adaptarse al grupo y a los principios disciplinarios de Hernán D. Herrera.
 
Válida alternativa para Cardona, a quien le hace bien la continuidad.
 
El triunfo del sábado se esperaba por el presente de los dos clubes. Cali manso, infiel a su historia, sin rivalizar.
 
El imaginario popular en las tribunas, por el avance firme, la cercanía a la clasificación y la frecuencia de goles y triunfos, cree en un título, lo ve maduro y con él, un regreso a una copa internacional.
 
Pero estos excesos, suelen ser castigados, cuando se ponen los pies en el camino de la fantasía. Solo va la mitad del torneo.
 
En Colombia se sujeta el trámite muchas veces a la perversidad arbitral cuando los jueces son de alquiler, las lesiones, la irregularidad en el juego, las apuestas sucias o las componendas a la sombra para tumbar un favorito, cuando no es de la elite.
 
A pesar del convincente paso, cualquier avería, en una nómina con vacíos, puede arruinar el proyecto.
 
La actuación anterior fue entonada, con seriedad y buenas calificaciones. Con goles que pagaron la boleta. Los de Dayro geniales.

Con dos inexplicables etapas de relajación. Un rato después del 1-0 y cuando se celebraba el cuarto gol. En ocasiones se pagan caro como en aquella reciente noche con Patriotas en la goleada en contra.
 
Es época de correcciones. De ajustes, sin quebraderos de cabeza por el respaldo en la tabla. Con un reconocimiento especial a Barrios, Lucas, Aguirre, Riquet, Cuesta y Dayro, quien, con Mateo vuelve a ser el más amado de la afición.
 
Innecesarias las tarjetas, lejos de las zonas de conflicto.En un lance de trámite no se puede perder la razón.
 
Ahí va el Once, sin fallos en la carrocería, ni el motor. Sin botar aceite, con ritmo ganador, sin desfallecimientos a la espera del remate final. Qué bueno es soñar. Esteban J.

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