Profesionales de la salud y acompañantes de pacientes oncológicos en Colombia, como el cirujano oncólogo Juan Camilo Correa Cote, la psicooncóloga Mayra Alejandra Vaca y Alejandra Toro, fundadora de la Fundación Luz Rosa y ex paciente oncológica, han revelado en entrevistas concedidas a Infobae Colombia el profundo impacto emocional que genera su labor diaria. En 2023, el país registró entre 520.339 y 526.339 casos prevalentes de cáncer según la Corporación Americana contra el Cáncer, con el 94 por ciento de ellos correspondiendo a tumores invasivos y el 73 por ciento afectando a mujeres, lo que agrava la carga en clínicas de Antioquia como la Clínica Medellín, la Clínica Victoriana y la Clínica Somer. Estos expertos describen un miedo persistente al cáncer pese a su experiencia, acompañado de sentimientos de culpa, impotencia, agotamiento emocional y un alto riesgo de burnout, exacerbados por la alta prevalencia de la enfermedad y las trabas en el sistema de salud que retrasan tratamientos e insumos.
El cirujano oncólogo Juan Camilo Correa Cote, quien se especializa en cánceres gastrointestinales, de peritoneo y tejidos blandos, realiza intervenciones que duran entre dos y 16 horas, mientras que la psicooncóloga Mayra Alejandra Vaca, con diez años en cuidados paliativos, atiende de cuatro a cinco pacientes por día, destacando el mayor impacto emocional en casos de madres. Los cánceres más frecuentes en Colombia incluyen los de mama, próstata, colon y recto, cérvix y estómago, con el 50 por ciento de los casos nuevos detectados en estadios dos y tres, y el 77,5 por ciento de los linfomas en fases avanzadas al momento del diagnóstico. Esta detección tardía, sumada a las denuncias de pacientes sobre obstáculos de las EPS para acceder a cirugías e insumos, intensifica la presión sobre los equipos médicos, generando fatiga por compasión que se manifiesta en irritabilidad, frustración y pérdida de empatía.
Testimonios que revelan la carga emocional
En sus relatos, los profesionales exponen la crudeza de su realidad cotidiana. Correa Cote confiesa un temor personal a la enfermedad que lo lleva a priorizar una vida saludable, con alimentación equilibrada, actividad física y tamizajes regulares como mamografías, pruebas inmunohistoquímicas fecales, colonoscopias y antígeno prostático, derechos que todos los ciudadanos pueden exigir.
“Hay un sentimiento de responsabilidad que es muy duro cuando uno está contento, pero cuando el paciente tiene algún percance o alguna complicación, uno muchas veces se siente culpable a pesar de no ser culpable”
Juan Camilo Correa Cote, cirujano oncólogo
El manejo del duelo es vertiginoso, con apenas segundos para reponerse entre consultas, lo que acelera el agotamiento.
“A uno le toca reponerse prontamente. O sea, la gente no se da cuenta de que uno tiene a veces solo segundos para manejar su duelo personal, porque terminas una consulta, estás triste por el paciente que tienes en frente, te mueve el alma, y en tres minutos tenés que estar bien porque llega otro paciente que necesita lo mejor de ti”
Juan Camilo Correa Cote, cirujano oncólogo
Alejandra Toro, desde su experiencia como sobreviviente y acompañante, expresa el dolor de no poder replicar finales felices para todas las pacientes.
“Durísimo. Hay momentos en los que uno se quiebra. En serio, es un momento difícil, porque yo quisiera que todas tuvieran un gran final feliz como el mío. Pero no, no pudieron, no lo lograron, no accedieron a tiempo, la enfermedad fue muy, muy agresiva, se complicaron las cosas”
Alejandra Toro, fundadora Fundación Luz Rosa
“La verdad, sí le tengo miedo al cáncer. Entonces, trato de disminuir la probabilidad de que me dé cáncer, tratando de tener una vida saludable, una vida emocional y físicamente saludable, comer bien, eh, hacer los tamizajes que sean debidos”
Juan Camilo Correa Cote, cirujano oncólogo
Para contrarrestar estos riesgos, los profesionales recurren al autocuidado mediante terapia, espiritualidad, manejo del tiempo libre y establecimiento de límites claros. Esta realidad subraya la urgencia de fortalecer el sistema de salud colombiano, no solo en acceso oportuno a tratamientos, sino también en apoyo psicológico para quienes combaten el cáncer desde la primera línea, garantizando que su empatía perdure en beneficio de miles de pacientes.

















