Por HERNÁN LÓPEZ AYA*
Pienso que fue un descuido. Pero tengo claro que, quienes la alquilaron, nunca se imaginaron que se iba a convertir en un ícono de la utilería del cine mundial.
Sí. Utilería.
Porque en el cine y la televisión, todos los elementos (materiales) que son usados para ambientar espacios o situaciones pertenecen a “la utilería”. Su condición cambia cuando, por efectos del tiempo y del éxito, se vuelven representativos y nos permiten recordar que existió algo que nos despertó, nos aterrizó, nos informó o nos divirtió mucho.
Hace unos días, en Estados Unidos, la empresa Gibson –reconocida por fabricar guitarras eléctricas– convocó a los fans de la película “Volver al Futuro” y les encomendó una tarea importantísima: encontrar la guitarra con la que Marty McFly (interpretado por Michael J. Fox), tocó la canción “Johnny B. Goode” en el baile “Encanto bajo el mar”, una de las grandes escenas de la primera parte de la trilogía.
En esa escena el guitarrista de la banda, Marvin Berry (supuesto primo de Chuck Berry, uno de los pioneros del rock), sufre un accidente en su mano al rescatar a McFly, que estaba encerrado en el baúl de un carro. Como no puede tocar la guitarra, le pregunta al joven que si él sabe hacerlo. McFly se apodera del instrumento, toca la canción que les permite a sus papás darse el beso del amor incondicional y, para celebrar lo sucedido, interpreta el rock clásico que lo lleva a generar un punteo digno del heavy metal, ritmo desconocido para esa época (1955).
¡Es un momento maravilloso!
La idea es encontrar la “Cherry Red Gybson ES – 345”. Un documental sobre la búsqueda hará parte de la agenda de los festejos por el aniversario 40 de la película. Y acá hay dos datos que, para mí, hasta hoy eran desconocidos y son clave para encontrarla:
- La guitarra fue alquilada en una tienda de Los Ángeles llamada “Norman´s Rare Guitars”. La utilizaron en la filmación y la devolvieron. Y desde ese día no se sabe nada de ella.
- El instrumento tiene algo característico: no tiene un número de serie conocido y en lugar de tener el clásico “Inlay” de paralelogramos en todo el diapasón (es decir, incrustaciones decorativas con esta forma, para marcar los trastes), tiene una única barra sólida en el traste 12.
Sin duda alguna, repito, fue un descuido de la producción.
Rasgándome las vestiduras por lo sucedido, pensé en que en la televisión colombiana y el cine criollo también existen muchos elementos, de escenografía o utilería, que deberían ser guardados. Hice un inventario de varios de ellos que deberían estar, por lo menos, expuestos en una vitrina y que considero son los “Excalibur” de nuestras producciones.
Acá, algunos:
- Las gafas de Betty, la Fea.
- El celular de Nicolás Mora y el Mercedes Benz que le perteneció a “La Peliteñida”. Recuerden que, después, ese carro lo compró Nicolás.
- El traje de mariachi de Emiliano Sánchez Gallardo, de la novela “La Hija del Mariachi”.
- Uno de los vestidos de Gaviota, la chapolera de “Café, con aroma de mujer”.
- El CD de éxitos de esa novela, grabado por Margarita Rosa de Francisco.
- La batería de “Rodrigo D, no futuro”.
- La maqueta con la que diseñaron el robo de la casa, en “La Estrategia del Caracol”.
- “La Verdolaga”, buseta que fue de Heriberto Reyes, en la novela “Los Reyes”.
- La bicicleta “panadera” en la que Amparo Grisales y Carlos Vives protagonizaron “Tuyo es mi corazón”.
- La sotana del padre Pío Quinto Quintero, interpretado por Carlos Muñoz, en la novela “San Tropel”.
- Las botas de “Pedro, el escamoso”.
- “El Tigre”, un Renault 4 con el que Rafael Méndez ocasionó el accidente en el que la doctora Alejandra resultó herida, en la novela “Hasta que la plata nos separe”.
- La medalla que representaba la relación entre los protagonistas de “La Otra mitad del sol”.
- La mochila que Carlos Vives utilizó en “Escalona”.
- Por lo menos uno de los balones con los que jugaron fútbol en “De pies a cabeza”.
- ¿Qué pasó con “Guri Guri”, el “Muppet” de la telenovela “Calamar”?
Y la lista sigue… La pregunta es: ¿dónde están?
La memoria histórica no es, únicamente, para recordar lo que la violencia le ha dejado al país (y para que no vuelva a ocurrir). También sirve para destacar un sinnúmero de momentos felices, generados por las ocurrencias de unos y la genialidad de otros. Quizás, por eso, nos damos el lujo de comprar montones de libros (físicos) o, en mi caso, de coleccionar las películas de James Bond o los acetatos de Soda Stereo.
Ojalá la Gibson “Cherry Red” aparezca. Y ojalá, en las escuelas de cine y televisión, utilicen esta experiencia como ejemplo de una de las cosas “que no se deben descuidar”, a la hora de hacer producción. La escenografía y la utilería tienen la misma importancia que el talento actoral y la escritura. Una de ellas falla y las ideas se arruinan.
Los periodistas de televisión tenemos, como costumbre, guardar los “cubos logo” que les colocan a los micrófonos de los noticieros en los que trabajamos (en realidad, los tomamos sin autorización). Hacen parte de lo que llamamos “La Loboteca” y los cuidamos con recelo porque nos recuerdan que un día pudimos contarle al país que no vivimos en la tierra prometida. Y es un simple cubo.
Eso, también, es hacer memoria…
@HernanLopezAya
* Comunicador Social y Periodista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano con 26 años de experiencia en televisión y Oficinas de Comunicación. Fue jefe de emisión del fin de semana en RTVC NOTICIAS. Ganador del premio de periodismo Álvaro Gómez del Concejo de Bogotá en 2016. Bloguero de KIENYKE durante varios años.