Propietarios de estos automóviles en Colombia enfrentan un alza de 50 por ciento en costos.

Compartir en redes sociales

Colombia avanza en la adopción de movilidad eléctrica y evalúa costos asociados

En ciudades del país, cada vez más conductores migran de automóviles con motor de combustión hacia unidades impulsadas por electricidad. Este cambio responde a objetivos de sostenibilidad y a la intención de reducir la contaminación en entornos urbanos.

Antes de comprar un vehículo de este tipo, es necesario medir la relación entre gasto y beneficio a largo plazo. Aunque la factura eléctrica puede registrar incrementos, existen exenciones y beneficios tributarios que suavizan la inversión y facilitan que el desembolso se distribuya con el tiempo.

Qué implica el gasto y cómo se compara con las opciones tradicionales

Una parte relevante del costo es el consumo de energía necesario para recargar las baterías de forma regular. Este incremento puede verse reflejado en la factura por suministro eléctrico, de manera similar a otros aparatos consumos intensos en el hogar. Una revisión de medios regionales, basada en datos provenientes de Empresas Públicas de Medellín (EPM), confirma que la tarifa eléctrica puede presentar variaciones cuando se utiliza un coche eléctrico, especialmente ante fluctuaciones en el precio de la energía y en los combustibles que alimentan las plantas generadoras.

«La adopción de estas soluciones se complementa con estímulos fiscales que pueden hacer viable la operación a largo plazo», – Laura Quiroga, analista de movilidad

Para entender el panorama, conviene considerar tres aspectos clave:

  • Ahorro potencial frente al gasto diario por recarga.
  • Incentivos fiscales y subsidios disponibles a nivel nacional y local.
  • Costos de mantenimiento y la necesidad de infraestructura de recarga adecuada.

Nota: la magnitud de los costos varía según la región, el uso y la oferta de servicios de recarga.

Sigue leyendo