Psiquiatra Miranda: cambios en conducta por dos semanas indican trastornos mentales en niños y jóvenes

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El doctor Rafael Miranda, especialista en psiquiatría general y subespecialista en psiquiatría infantojuvenil, alertó sobre la importancia de diferenciar entre crisis emocionales pasajeras y trastornos mentales en niños y jóvenes, enfatizando señales de alerta como cambios persistentes en la conducta que duran al menos dos semanas y afectan la funcionalidad social, familiar y escolar. En su advertencia, Miranda subrayó la vulnerabilidad de esta población debido a la etapa sensible de desarrollo cerebral, expuesta a traumas, alimentación inadecuada, falta de sueño, entornos familiares tensos y presiones escolares, lo que puede desencadenar problemas graves si no se interviene tempranamente.

Según el experto, los niños y adolescentes padecen las mismas enfermedades mentales que los adultos, pero con mayor susceptibilidad a impactos ambientales y traumas, lo que incrementa su propensión a ansiedad, depresión, estrés, autismo, trastornos de conducta, dificultades de aprendizaje y problemas de escritura. Factores de riesgo como conflictos personales, dificultades económicas, presión académica y el aumento del tiempo frente a dispositivos electrónicos agravan esta situación, impactando directamente el rendimiento académico, la integración social y familiar.

Señales clave para padres y educadores

Entre las señales de alerta más evidentes se encuentran la pérdida de interés en actividades antes placenteras, el retraimiento social, la pérdida de autocuidado, descenso en el rendimiento escolar y síntomas físicos de ansiedad como sudoración, tensión muscular o trastornos digestivos. Miranda insiste en observar estos cambios persistentes que se mantienen durante dos semanas y alteran la vida diaria del menor.

«Los niños padecen las mismas enfermedades del adulto y son más vulnerables a los impactos y traumas; eso puede desencadenar los trastornos. Existen casos de problemas de aprendizaje, dificultades de escritura, autismo y trastornos de conducta, entre otros. Todos estos jóvenes presentan mayor propensión a la ansiedad, depresión y estrés.»

Rafael Miranda, especialista en psiquiatría general y subespecialista en psiquiatría infantojuvenil

Para contrarrestar estos riesgos, el psiquiatra recomienda a padres y educadores establecer límites al uso de tecnología, fomentar el descanso y el autocuidado, activar redes de apoyo familiar y escolar, validar las emociones de los jóvenes, priorizar la escucha activa y eliminar cualquier estigmatización alrededor de la salud mental.

«Es importante observar los cambios persistentes en la conducta de un adolescente, por ejemplo, aquellos que se mantienen durante dos semanas y afectan su funcionalidad en los ámbitos social, familiar y escolar. El retraimiento, la pérdida de autocuidado y el descenso en el rendimiento son claros indicadores de que algo ocurre.»

Rafael Miranda, especialista en psiquiatría general y subespecialista en psiquiatría infantojuvenil

La intervención temprana, ya sea psicológica o psiquiátrica, es crucial para prevenir consecuencias profundas y duraderas, promoviendo una comunicación abierta que evite secuelas irreversibles. No normalizar el malestar ante casos graves o persistentes puede marcar la diferencia en la vida de estos niños y jóvenes.

«No se debe normalizar el malestar; ante casos graves o persistentes, el tratamiento (psicológico o psiquiátrico) debe buscarse lo más pronto posible.»

Rafael Miranda, especialista en psiquiatría general y subespecialista en psiquiatría infantojuvenil

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