Quindío: desafíos y estrategias para impulsar lectura y cultura desde su red bibliotecaria.

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Sistema bibliotecario regional del Quindío: cobertura y retos

El conjunto de bibliotecas públicas que operan en el Quindío agrupa 13 sedes distribuidas en distintos municipios, según consta en los registros de la coordinación de la red y del representante ante el consejo departamental de Cultura, Juan Carlos Medina Moreno.

La estructura funciona bajo el marco de Ley 1379 de 2010, la cual impone a las entidades territoriales asegurar la continuidad operativa, la infraestructura adecuada y la ampliación de servicios de las bibliotecas. En paralelo, la normativa local establece la destinación de 10 % de los recursos provenientes de la estampilla procultura, regulada por la Ordenanza 020 de 2023.

Sin embargo, persiste una tendencia que prioriza programas de promoción y formación por sobre inversiones materiales en inmuebles y colección, lo que reduce el efecto directo de las inversiones en el patrimonio físico y en el acervo disponible para la comunidad.

La coordinación de la red advierte que cada municipio maneja sus prioridades de manera diferenciada, lo que se traduce en variaciones en la ejecución presupuestal y en la cobertura de servicios. En muchos casos, los fondos se orientan a contratación de personal, dejando menos recursos para ampliar espacios, renovar inventarios o financiar proyectos culturales nuevos.

Para asegurar que las bibliotecas permanezcan como protagonistas de planes de desarrollo locales, se señala la necesidad de un control más riguroso por parte de los Concejos Municipales y de mecanismos que garanticen el cumplimiento de la destinación mínima establecida por la normativa vigente.

Entre las medidas propuestas se destaca la actualización del material bibliográfico, la incorporación de obras de autores regionales y una mayor cofinanciación de iniciativas que impliquen la construcción o ampliación de bibliotecas, especialmente en municipios con limitaciones de espacio físico.

Cada sede exhibe rasgos particulares y enfrenta retos propios; entre las experiencias más dinámicas se mencionan Calarcá, Montenegro, Salento y Génova, donde se observan enfoques diferentes para fomentar la lectura, la escritura y la memoria local.

En Calarcá, la ampliación de servicios ha permitido descentralizar actividades culturales y de alfabetización, facilitando la participación de diversos sectores sociales. En Montenegro, se destacan proyectos para población infantil y adulta mayor, junto con la reciente publicación de una antología de cuentos resultante de un concurso municipal.

Salento ha consolidado una oferta de talleres y actividades que refuerzan la identidad histórica, mientras que Génova impulsa acciones para fortalecer la memoria comunitaria y renovar las colecciones. En otras localidades, como Filandia y Circasia, se priorizan acciones en zonas rurales; Quimbaya promueve tradiciones, Pijao fomenta proyectos de lectura, La Tebaida organiza recitales poéticos y Córdoba apoya talleres en áreas rurales; Armenia resalta su presencia institucional y la celebración del festival Carmelina Soto; Barcelona impulsa dinámicas para involucrar a jóvenes.

La situación de Buenavista ilustra un reto persistente: la participación y el funcionamiento de la biblioteca requieren fortalecimiento para ampliar el alcance de la lectura y la escritura, extendiéndose a comunidades rurales y territorios indígenas mediante estrategias de extensión bibliotecaria.

Según datos disponibles para 2025, los usuarios más frecuentes son los niños entre 6 y 12 años, seguidos por adultos y personas de la tercera edad; los jóvenes de 18 a 28 años presentan menor participación, lo que señala un desafío de captación de ese segmento. En cuanto al acceso, las bibliotecas suelen ubicarse próximas a las plazas y a centros culturales, lo que facilita la llegada de la ciudadanía a los servicios disponibles.

La labor de las bibliotecarias y bibliotecarios, junto con la consolidación de la red departamental, se perfila como eje central para sostener estos espacios como herramientas de formación, convivencia y dinamización cultural en el Quindío.

“La Llave del Saber” es un sistema de evaluación gestionado por la Biblioteca Nacional de Colombia. Según explicó María Camila Cabrera Celis, este instrumento mide la calidad de los servicios, el alcance de las actividades y la cantidad de usuarios atendidos, lo que facilita la identificación de fortalezas y áreas de oportunidad para orientar decisiones institucionales.

«La Llave del Saber» es un sistema cuantificador administrado por la Biblioteca Nacional de Colombia, diseñado para medir la intensidad de los servicios, el alcance de las actividades y la cantidad de usuarios atendidos, y orientar las decisiones de gestión terrenal. – María Camila Cabrera Celis

Este reporte se elabora a partir de información oficial de la red departamental y declaraciones de sus responsables.

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