La Veintitrés

“Sabía que en Manizales me estaba jugando la oportunidad de mi vida”, Mateo García

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Un gran presente es el que vive el volante bogotano Mateo García en el Once Caldas. La Veintitrés en su espacio La Entrevista de la Semana habló con él de su vida, de su trayectoria y los sacrificios que ha venido haciendo desde muy pequeño cuando decidió dejarlo todo, familia, hogar, estudios, por el fútbol.

Un bebé que pronunció primero la palabra ‘gol’ antes que ‘papá’ o ‘mamá’, que se crio escuchando a su padre hablar de sus frustrados sueños de jugar como profesional y que creció en una familia de hinchas de Millonarios, tenía todo el entorno a disposición para mentalizarlo de que su objetivo en la vida tenía que ser, jugar al fútbol. 

Por GERMÁN MEJÍA GALLO y SAMUEL SALAZAR NIETO

Ese es Mateo García Rojas, el volante de primera línea del Once Caldas, que desde que llegó el año pasado muestra un alto rendimiento y es considerado hoy figura del equipo líder del campeonato. 

Este bogotano que tiene ganas y hambre de triunfo, reconoce que desde muy pequeño, su padre, quien por falta de apoyo no pudo ser jugador profesional, le inculcó el amor a un frustrado sueño. “Para él siempre era un reto el verme metido en el fútbol”, dice García en la charla con La Veintitrés.  

“Rodrigo García, mi padre, quien trabaja en el Ministerio de Educación, y mi madre, Carolina Rojas, quien tiene su empresa de joyería, son los pilares y las personas que se encargaron de formar este ser humano, a ellos les debo absolutamente todo y, hoy por hoy, soy la persona más feliz al ver que ellos se sienten orgullosos de mí”, expresa. 

Su madre, una guerrera

Pero si su padre fue su ejemplo e inspiración para tomar por el camino del fútbol, de su madre tomó el espíritu de guerrero y luchador que hoy  expone en las canchas de fútbol. “Mis papás se separaron cuando yo tenía, no sé 13, 14 años más o menos,  y mi mamá fue la encargada de sacarnos adelante a mi hermana y a mí; yo me le quito el sombrero porque ella es la guerrera del hogar, fue la persona que dio su vida por sacarnos adelante y no tengo otra manera de representar eso que ella hizo por nosotros, que hacerlo de la manera que hoy lo hago”, relata Mateo García con emoción profunda. 

Paradójicamente fue su tía, Gina María, la que un día, siendo muy niño, se lo llevó a un conocido que trabajaba para una escuela de fútbol de la Empresa Colombiana de Petróleos, ECOPETROL. Allí comenzó jugando como portero, pero su sueño era ser goleador. 

De allí pasó directamente a Millonarios donde hizo prácticamente todo el proceso de divisiones menores. De hecho, este domingo enfrentará en el Palogrande a algunos de los compañeros de esa época en el cuadro albiazul. Cuando cumplió 16 años, sin embargo, tomó la decisión de buscar otro rumbo. “Era muy bajito, a diferencia de mis compañeros y no tenía la misma oportunidad o quizás los minutos que yo quería tener, entonces me voy de Millonarios a la ciudad de Pasto, y es allá donde se me da la posibilidad de debutar como jugador de fútbol profesional”.

El paso por Pasto, Villavicencio y Cartagena

En el cuadro nariñense vivió un proceso de cuatro años en los que aprendió a vivir solo y a asumir responsabilidades que contribuyeron a su formación como persona y como futbolista. “Cuando me fui, escasamente sabía tender la cama, la verdad que fue bastante fuerte, pero todo lo vivido allá me enseñó a ver la vida desde otro punto de vista y a valorar lo que tiene uno y, pues, maduras”. 

Cumplido su ciclo en Pasto, con 20 años ya cumplidos y la pandemia del Covid haciendo estragos en el mundo entero, Mateo García terminó en el equipo Llaneros de Villavicencio. “Es ahí donde me consolidó un poco más, o sea, es donde tengo más partidos, y empiezo a crecer como jugador”. En el cuadro de la capital del Meta permaneció también cuatro años, hasta cuando consideró que necesitaba un cambio, y se dio la oportunidad de ir a préstamo al Real Cartagena, la

escala final antes de llegar al Once Caldas. Fue en La Heróica donde comenzó a trabajar en la posición en la que hoy se desempeña con lujo de detalles en el cuadro manizaleño, volante de primera línea, allí lo puso el entrenador Martín Cardetti: “usted es un jugador que tiene un buen pie, si a eso le suma agresividad para recuperar, va a ser un jugador muy importante, me dijo, y bueno lo empezamos a trabajar y efectivamente ahí me he venido consolidando”.  

Hasta ese momento la referencia que tenía más próxima a Manizales era Lucas Restrepo, su representante, quien es de la ciudad. Sin embargo, se dieron las negociaciones aunque el propio Mateo reconoce que fueron muy difíciles  ya que Juan Carlos Trujillo, el presidente de Llaneros pedía mucho dinero por la opción de compra. “Le manifesté en reiteradas ocasiones al presidente Juan Carlos: por favor, déjenme ir, no me corte las alas, es mi momento, es mi oportunidad, por primera vez en su vida no piense en el dinero, piense en mí, en mi señora, en mi hijo; yo sé qué cosas lindas van a venir, pero nada de esto va a ser posible si usted no accede a lo que están ofreciendo”, le dijo.

Le recordó que “más allá de que sea un buen jugador y pueda valer lo que usted está pidiendo, soy un jugador de la B, lo que hace que no esté valorizado como usted y yo quisiéramos”.

Manizales y su llegada

“Uno llega con expectativa, sabía que me estaba jugando la oportunidad de mi vida, que no había un mañana, que era ahora. Mi Dios me había dado la oportunidad, me la había puesto ahí y no dependía de nadie más, sino de mí.

Yo sabía lo que podía brindar. Aquí no me conocían, pero tenía muchas ganas de triunfar, de que después de tantos años esta vez se me daba la oportunidad de llegar a la Primera División, a un equipo como Once Caldas, que tiene una historia, que es Campeón de América y eso solo lo tienen dos equipos acá; entonces no estoy en cualquier institución y eso hacía que tuviera un mayor deseo de llegar al equipo“.

La emoción de la Familia

“Apenas le comenté a María José, mi esposa, que había la oportunidad del Once Caldas, se emocionó mucho la verdad. Le habíamos pedido tanto a Dios porque se nos diera algo bonito para nosotros. Como dicen por ahí, un hijo viene con el pan debajo del brazo y desde que mi hijo Thiago nació, han pasado cosas muy bonitas y una de las más importantes fue la llegada al Once Caldas”.  

Se siente Feliz y muy bien con su nueva institución, “Si yo le digo que estoy mal, sería un descarado, la verdad que estoy feliz acá, mi familia y mi mujer igual. El cariño que uno recibe por parte de la gente es maravilloso. Es lo que me llena cada vez de mayor compromiso, siento una gran responsabilidad. Es un compromiso más que personal, con la gente, porque gracias a ellos estamos viviendo este momento. En esta ciudad uno se da cuenta que vive por el equipo, se mueve en función del Once Caldas, los resultados deportivos hoy nos acompañan y eso ha hecho que esta experiencia sea  algo muy bonito”.

El Once Caldas, una familia

“Once Caldas hoy es un equipo que tiene ganas de gloria,  ganas de hacer historia. Y mientras esas ganas de hacer historia, esas ganas de gloria y esa familia que hoy somos perduren, creo que que el Once va a conseguir cosas muy importantes, y más teniendo al frente a una persona como Hernán Darío Herrera, mi viejo querido, un líder, al que todo el mundo quiere, que se preocupa por el bienestar del jugador, por el manejo que le da a todas las situaciones del grupo, por la confianza que transmite y contagia como hombre que consiguió títulos, que fue campeón, que ascendió, que logró cosas importantes”.

El Once Caldas, una familia

“Once Caldas hoy es un equipo que tiene ganas de gloria,  ganas de hacer historia. Y mientras esas ganas de hacer historia, esas ganas de gloria y esa familia que hoy somos perduren, creo que que el Once va a conseguir cosas muy importantes, y más teniendo al frente a una persona como Hernán Darío Herrera, mi viejo querido, un líder, al que todo el mundo quiere, que se preocupa por el bienestar del jugador, por el manejo que le da a todas las situaciones del grupo, por la confianza que transmite y contagia como hombre que consiguió títulos, que fue campeón, que ascendió, que logró cosas importantes”.

Destaca lo que representa Dayro Moreno para el grupo: “Él es otro gran referente para nosotros, campeón de Libertadores, campeón con esta institución, es otra persona altamente competitiva. Todas estas cosas positivas se transmiten  al grupo”.

Afirma que muchos de sus compañeros nunca han vivido en otros equipos el ambiente que se respira en el Once Caldas, “la verdad que hoy por hoy estar en el Once Caldas es gratificante lo hace uno con amor, con alegría. Uno se levanta  y quiere estar, quiere ir; porque hay lugares donde uno se levanta y uno dice, no quiero, pero aquí todos queremos estar”.

Finalmente habla de Tulio Mario Castrillón, el presidente de la institución, de quien dice que “para nadie es un secreto que ha sido de pronto una persona Juzgada y criticada en estos años, pero yo llegué en enero y lo que yo puedo decir de él es que ha sido… Está arriero y la parte de arriba de nosotros es él, para nosotros es una persona que se ha entregado al grupo desde el desde el primer día, sea ha incrustado en el corazón del equipo, y seguramente es porque se le ha transmitido lo que te digo, que es un Once Caldas donde da gusto estar, y él como todos, hoy quieren estar”.

Este ha sido un diálogo amable con el jugador capitalino, quien le contó a La Veintitrés y sus seguidores, parte de su vida, con sobresaltos y bondades, pero con un momento feliz desde su llegada a Manizales, para vincularse al hoy líder del fútbol colombiano, el Once Caldas, equipo con el que tiene sus mejores sueños e ilusiones.

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