La iniciativa, desarrollada con comunidades rurales de Antioquia, Caldas, Risaralda y Quindío, integra investigación científica, saberes ancestrales y participación comunitaria para mejorar la producción de hortalizas y cultivos de pancoger.
El Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) avanza en un proyecto de Investigación Acción Participativa (IAP) orientado a transformar los sistemas productivos agrícolas en los cuatro departamentos del Viejo Caldas, mediante el uso de bioinsumos elaborados con microalgas y abonos orgánicos.
La iniciativa, estructurada en 2024 e implementada durante 2025, trabaja con comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas dedicadas principalmente al cultivo de hortalizas de ciclo corto. En total, más de 800 personas han sido beneficiarias directas del proceso, que combina formación técnica, prácticas en campo y validación de tecnologías aplicadas a la agricultura sostenible.
Como parte del proyecto, las comunidades desarrollaron parcelas demostrativas donde se evaluaron los efectos de los bioinsumos. De acuerdo con los resultados obtenidos, se registraron plantas más vigorosas, reducción en los tiempos de cosecha y un follaje de mejor calidad, con mayor aceptación en el mercado.
El dinamizador de Innovación y Competitividad del SENA Regional Quindío y líder del proyecto, Héctor Fabián Osorio, señaló que los resultados han sido validados directamente por los productores participantes, quienes han evidenciado el potencial de los bioinsumos como alternativa para el desarrollo agrícola en el país.
En el departamento del Quindío se instalaron siete composteras y se adelantaron procesos de elaboración de abonos orgánicos enriquecidos con microalgas, a partir de investigaciones desarrolladas por la Universidad EAFIT durante más de 15 años. Estos procesos se adaptaron a las condiciones locales mediante un trabajo articulado entre entidades académicas, el SENA y las comunidades rurales.
La formulación del proyecto respondió, además, al incremento en los costos de los fertilizantes químicos, situación que afectó de manera directa a los pequeños productores. Según explicó el instructor y formulador líder del proyecto, Carlos Alberto Cuesta, el alza en los precios de insumos como la urea motivó la búsqueda de alternativas basadas en el aprovechamiento de residuos orgánicos y prácticas tradicionales.
En este contexto, el proyecto permitió documentar y fortalecer estos saberes, incorporando herramientas técnicas para el control de variables como temperatura, humedad, tiempos de descomposición y calidad del compost.
Entre los participantes se encuentra Camilo Ipia Acosta, joven campesino de Salento y tecnólogo en formación del SENA, quien hace parte del equipo como técnico campesino y acompaña a comunidades rurales de los distintos departamentos vinculados al proceso. Su experiencia refleja la articulación entre formación técnica y trabajo comunitario que promueve esta iniciativa.

















