En Washington, el senador estadounidense Bernie Moreno presentó ante el Departamento de Estado una solicitud para designar al Clan del Golfo, a las disidencias del Estado Mayor de Bloques y Frentes de las Farc (EMBF) y a las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada, conocidas como Los Pachencas, como organizaciones terroristas extranjeras. La medida busca activar sanciones, congelamiento de activos y restricciones de viaje, herramientas legales y financieras para frenar estas redes. Moreno envió una carta al secretario de Estado Marco Rubio para formalizar la petición, una acción descrita como reciente y de alto impacto para la cooperación entre Estados Unidos y Colombia.
El objetivo es ampliar el repertorio de presión sobre estos grupos y, a su vez, presionar a Colombia para actuar contra el Clan del Golfo. En el análisis del académico Alejandro Bohórquez-Keeney, profesor e investigador de la Universidad Externado de Colombia, la designación podría ser un arma de doble filo. Estados Unidos ya ha incluido en su lista de organizaciones terroristas a actores como el Cártel de Sinaloa y el Tren de Aragua, y la experiencia de incluir a las Farc en la FTO se ha utilizado como marco de cooperación internacional. Frente al perfil del presidente Petro, Bohórquez-Keeney sostiene que es poco probable que este tipo de presión se reciba como una oportunidad estratégica para la gestión del proceso de paz. La Paz Total, añade, se negocia con guerrillas como ELN, que cuentan con un programa político, mientras que el Clan del Golfo opera principalmente como una red criminal sin un trasfondo político comparable, por lo que no debería condicionar la agenda de paz del Gobierno Petro.
Herramientas penales y posibles impactos
Con respecto a las herramientas, las autoridades podrían activar sanciones, congelamiento de activos y restricciones de viaje si alguno de estos grupos se incluyera en la lista de organizaciones terroristas extranjeras. En cuanto al impacto en Estados Unidos, se advierte que estas acciones podrían vincularse a un incremento de muertes por sobredosis en comunidades estadounidenses, entre ellas Ohio, al intensificar redes de narcotráfico conectadas con estas organizaciones. Este marco de actuación también podría ampliar la cooperación bilateral entre Washington y Bogotá, al tiempo que exigiría la invitación de Colombia para avanzar en la cooperación, sin involucrar una intervención militar directa y manteniendo la soberanía colombiana.
«Estos grupos matan estadounidenses. Sus operaciones de narcotráfico son responsables del flujo de drogas mortales hacia nuestras comunidades» – Bernie Moreno, senador estadounidense
«Uno de los logros de Pastrana fue incluir a las Farc como grupo terrorista luego del fracaso de los diálogos del Caguán antes del 11 de septiembre de 2001» – Alejandro Bohórquez-Keeney, analista internacional, Universidad Externado de Colombia
«un arma de doble filo» – Alejandro Bohórquez-Keeney
«dado el perfil del presidente Petro, es poco probable que se vea esta presión como una oportunidad estratégica» – Alejandro Bohórquez-Keeney
«la Paz Total se negocia con guerrillas, como el ELN, que por lo menos en el papel tienen un programa político. El Clan del Golfo es una red criminal, no hay mayor trasfondo político, por lo tanto, no debería tener incidencia en la política de paz del Gobierno Petro» – Alejandro Bohórquez-Keeney
«Aquí le dejo el chicharrón, resuélvanlo ustedes» – Alejandro Bohórquez-Keeney
Con todo, la medida no implica intervención militar y dependería de la cooperación y de la voluntad de Colombia para avanzar en cualquier acción conjunta. Desde La Veintitrés Manizales seguiremos de cerca este desarrollo y su posible impacto en la seguridad regional y en las relaciones entre Estados Unidos y Colombia, así como en la dinámica interna de las comunidades afectadas por estas redes.















