La Veintitrés Manizales informa sobre un hecho que reaviva un debate antiguo: un creador de contenido conocido en TikTok como Simón, con la cuenta @vlonesimon, cuestionó la eficacia de la Emulsión de Scott y del Tarrito Rojo en un video reciente grabado en un supermercado de Colombia y difundido en la plataforma, en el que recorre estanterías y sostiene ambos frascos para examinar sus promesas de crecimiento y fortaleza.
En la narración del video, Simón explora las promesas históricas asociadas a estos productos y señala que ni su experiencia ni la de su familia habrían mostrado resultados consistentes. La pieza ofrece un marco que combina la revisión de productos con una revisión de memoria colectiva: la Emulsión de Scott, cuyo inicio se remonta a 1876, y Tarrito Rojo, creado en 1954 por la empresa colombiana JGB, han sido parte de la vida de varias generaciones. El creador transita entre los pasillos, levanta los frascos y pone a prueba la credibilidad de las afirmaciones sobre crecimiento y fortaleza, invitando a la audiencia a cuestionar creencias que han perdurado durante décadas.
La memoria de los suplementos en la familia colombiana y su lugar en el debate público
La historia de fondo, que nutre este debate, señala que la Emulsión de Scott fue promocionada históricamente por beneficios para la inmunidad, los huesos y los dientes, así como por su posible aporte frente a gripe y tos; su envase icónico muestra al pescador noruego cargando un bacalao, una imagen que continúa vigente en el empaque mundial. Por su parte, Tarrito Rojo pasó de ser un tónico medicinal a una bebida popular, convirtiéndose en un símbolo nacional para muchos colombianos. El video de Simón llega en un momento en que la conversación pública se reactiva, con usuarios que recuerdan que el objetivo declarado de estos productos era fortalecer el sistema inmunológico o la salud general, no necesariamente aumentar la estatura. En las redes, la conversación ha oscilado entre escepticismo y defensas de su valor nutricional, con comentarios que destacan la nostalgia y la memoria de familia que acompaña a estos productos a lo largo de generaciones.
«¿Se quieren saber el pajazo mental más grande que le metieron a los colombianos? O sea, mi mamá me hacía tomar eso. Sí, o qué. Emulsión de Scott, disque para que creciera. Pero me quedé chaparro, ¿ah? No, mamá, eso no funcionó. Eso y Tarrito rojo. No veo los resultados» – Simón, creador de contenido, @vlonesimon
La cobertura también recoge respuestas de la audiencia, entre ellas una observación de un usuario de redes sociales que señaló: “Pero sus mamás estaban mal informadas eso es para curar la gripe”, subrayando que la conversación se mueve entre la memoria cultural y la exigencia de evidencia actual. En este contexto, el artículo destaca que Tarrito Rojo permanece descrito como uno de los suplementos más queridos y recordados por los colombianos, y que la identidad visual de Emulsión de Scott —con su pescador noruego— y la evolución de Tarrito Rojo hacia una bebida han dejado una marca imborrable en la cultura del consumo infantil. El debate, además, se sustenta en la historia de uso: la Emulsión de Scott se promovía por sus supuestos beneficios para la inmunidad y la resistencia a enfermedades respiratorias, mientras Tarrito Rojo evolucionó de un tónico medicinal a una bebida de consumo cotidiano y, para muchos, a un símbolo de la memoria familiar y nacional.
El encendido de este debate, que parte de un video desconocido de fecha exacta, tiene posibles impactos en la percepción pública de estos productos y puede influir en decisiones de consumo, especialmente entre padres y cuidadores que crecieron con estas promesas. En términos históricos, el uso de estos suplementos ha dejado huellas en la cultura farmacéutica y publicitaria de Colombia, donde la memoria colectiva convive con la necesidad de evidencia científica actual que sustente claims sobre crecimiento, fortaleza o inmunidad. Este suceso renueva la conversación entre tradición y ciencia, recordando que el valor de un producto muchas veces se mide no solo por su historia, sino por la solidez de sus demostraciones contemporáneas. En definitiva, la discusión continúa mientras más voces se suman a la conversación pública, desde las plataformas digitales hasta los ámbitos de la salud y la familia.
















