Sir Paul McCartney

Foto: Cortesía El Espectador
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Por HERNÁN LÓPEZ AYA

Debo confesarlo: de The Beatles me gustan no más de cuatro canciones. Pero, por demasía, tengo clara la importancia de la banda para la vida de quienes elegimos llamarnos “rockeros”, en cualquiera de sus extensiones.

Pues ayer, con envidia monumental, me di cuenta de lo que me perdí por no haber estado en Bogotá. Sir Paul McCartney decidió, después de 12 años, regresar a la fría capital y cantar; cantar mucho. Además, demostrar que 82 años no son nada, cuando uno “vive la vida loca” de la forma en que se la imaginó y se da cuenta de lo que ha contagiado, con su energía, a miles y miles de personas.

Y una de esas “contagiadas” con la buena vibra del cantante estuvo el viernes pasado en El Campín, en el concierto. Atención a esta bonita historia.

Para celebrar el cumpleaños de su mamá, mi amigo Galo Molina decidió sorprenderla. Regalarle una cosa o un momento que no olvidara.

Acucioso, seguro y convencido de su decisión, con orgullo y pecho henchido, le dijo a “La Moderna” (como él la llama): “de cumpleaños, y como sé perfectamente qué clase de música le gusta, además de la clásica, vamos a ir al concierto de Raphael”. 

¡Claro! Raphael, el monstruo de la canción. Una presentación sobria, en un teatro de sillas numeradas, sin acumulación de personas en la entrada ni complicaciones o colados que quieran arrebatar las ubicaciones asignadas. Ese era el regalo perfecto; quedaría como todo un príncipe y, nuevamente, lograría un amable gesto de agradecimiento.

Pero no…

La reacción no fue la esperada; no hubo sonrisa ni cachete colorado por la emoción. Al contrario: en un reclamo, que se pareció más a una sentencia, “La Moderna” dijo: “No. Mejor, lléveme al concierto de Paul McCartney”.

Esa valiente “groupie” se llama María Lilia Cárdenas de Molina. Nació en Manta, Cundinamarca, hace 83 años. Tiene un año y una pisca más de edad que Sir Paul. Como toda adolescente de la época, se dejó deslumbrar por las ideas del cuarteto de Liverpool y conservó su música en sus pensamientos y experiencias de vida. 

“No se diga más”, dijo Galo, con una sonrisa nerviosa; no sin antes advertirle que la juerga era en El Campín, de noche, con frío y rodeada de, según varios medios de comunicación, más de 30 mil personas.

Ni corta ni perezosa, se armó de una buena chaqueta, un buen gorro de lana y un montón de esperanzas y energía, propias de una valiente que crio a cuatro hijos y fue la fiel esposa de un importante médico bogotano.

El concierto del contemporáneo de “La Moderna” comenzó con “A Hard Day’s Night”. Tremenda. Un paréntesis: Siempre escuché a mis primos “dándole palo” a esa canción. Pero fue de mi total agrado cuando la oí en la comedia “Top Secret”, protagonizada por Val Kilmer. Era una parodia sobre la segunda guerra mundial, en la que un caballo la cantaba, mientras arrastraba una carreta y gritaba, a todo pulmón, que estaba trabajando “como un perro”.

Volvamos al concierto. 

De las casi tres horas del show, “La Moderna” estuvo de pie el 70 por ciento del tiempo. En video quedó grabada su sonrisa, con cabeza inclinada, mirando las pantallas y tratando de ubicar a McCartney en el escenario.

El frío no importó, el ruido tampoco. Y cantó lo que se sabía, entre esas, los coros de “Hey Jude” y “Let it Be”. No se rindió. Esperó hasta el final del concierto, cuando el ex Beatle salió al escenario con la bandera de Colombia. 

Según Galo, y lo cuenta con una gran sonrisa, su mamá le entregó antes del concierto la frase que le destruyó sus planes con Raphael y lo llevó al coloso de la 53.

Dice mi amigo:

  • “Ella me dijo: ¿cómo no aprovechar para ver a McCartney, si somos de la misma edad?

Y pues tenía toda la razón. 

Cuando el cantante llegó a la tarima, saludó: “Buenas noches, rolos”. Y cuando se fue, dijo: “Thank you; ¡Qué chimba! Hasta la próxima”. 

Y María Lilia fue feliz, nuevamente.

Pero no solo ella. Después de conocer la historia, comprobé una vez más que la música, al igual que el deporte, son unas perfectas herramientas de sana convocatoria. Quizás, por eso, los mejores conciertos de la existencia han sido vividos en los grandes estadios de fútbol. 

Y pues hay que seguir asistiendo; y ojalá con la energía ejemplar de “La Moderna”, una mujer que, tácitamente, eligió la rebeldía en inglés, porque Raphael, dicen muchos, también fue un rebelde. Y ella demostró, sin necesidad de aparentar, que no importan las condiciones; que la prioridad es la felicidad.

Y que esa, también se puede conseguir en Bogotá…   @HernanLopezAya

*Comunicador Social y Periodista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano con 26 años de experiencia en televisión y Oficinas de Comunicación. Fue jefe de emisión del fin de semana en RTVC NOTICIAS. Ganador del premio de periodismo Álvaro Gómez del Concejo de Bogotá en 2016. Bloguero de KIENYKE durante varios año


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