Por JUAN MANUEL GALÁN*
Este y todos los años, las festividades en Colombia se tiñen de una mezcla de alegría y tragedia por manipulación irresponsable de pólvora. Aunque muchos asocian los fuegos artificiales con celebración, luces brillantes y sonidos festivos, en el trasfondo hay historias de dolor, sufrimiento y pérdida, especialmente entre los más vulnerables: los niños.
La pólvora y su uso irresponsable, dejan a su paso innumerables víctimas. Las cifras son alarmantes. Según el Instituto Nacional de Salud, cada año en Colombia entre 500 y 1,000 personas son afectadas por el uso indebido de la pólvora. Un preocupante 50% son niños menores de 14 años. Estas estadísticas reflejan solo una parte de la realidad, pues muchas víctimas no buscan atención médica o no son reportadas, especialmente en zonas rurales.
El impacto de estos incidentes es devastador. Quemaduras de primer, segundo y tercer grado, mutilaciones y, en los peores casos, la muerte, son las consecuencias de la manipulación inexperta y la falta de regulación efectiva. El dolor físico es solo el inicio de una cadena de sufrimiento que incluye cicatrices emocionales y psicológicas que pueden durar toda la vida..
La quema de pólvora en Colombia tiene una larga historia. Durante décadas, ha sido parte integral de muchas celebraciones, desde fiestas patronales hasta el año nuevo. Sin embargo, esta tradición ha cobrado un precio impagable. En los años 80 y 90, la situación era aún más crítica, con un número significativamente mayor de incidentes por la ausencia de leyes estrictas y campañas de concienciación. Aunque ha habido avances en términos de legislación y medidas preventivas, la problemática persiste.
Para poner fin a esta tragedia recurrente, es crucial implementar y reforzar varias medidas: primero, educación y concienciación. Es vital realizar campañas educativas dirigidas a padres, niños y la comunidad en general. Estas campañas deben enfatizar los peligros de la manipulación de pólvora y promover opciones seguras para las celebraciones.
Regulación y control. Las autoridades deben garantizar el cumplimiento de las leyes existentes (ley 670 de 2001, ley 1801 de 2016, ley 2224 de 2022, decreto 2174 de 2023). Esto incluye la prohibición de la venta de pólvora a menores y la regulación estricta de su fabricación, manipulación, transporte, almacenamiento, comercialización y uso. Las autoridades municipales y distritales tienen la potestad y responsabilidad de emitir medidas que garanticen el cumplimiento estricto de estas normas.
Opciones seguras. Promover opciones distintas a la pólvora, como drones, espectáculos de luces láser o eventos comunitarios que no involucren riesgos, pueden ofrecer soluciones seguras para las celebraciones.
Atención a víctimas. Mejorar la infraestructura y los recursos para la atención de quemaduras es esencial. Esto incluye no solo la atención médica inmediata, sino también el apoyo psicológico y rehabilitativo a largo plazo.
Responsabilidad social. Las empresas y entidades organizadoras de eventos deben asumir una mayor responsabilidad en la promoción de prácticas seguras y en la prevención de accidentes relacionados con la pólvora.
Para erradicar esta problemática, se requiere un esfuerzo colectivo que involucre a gobiernos, comunidades, educadores y el sector privado. Solo a través de una combinación de educación, regulación y concienciación nos aseguraremos de que las celebraciones en Colombia sean seguras y alegres, libres del fantasma de quemaduras con pólvora que cada año dejan a su paso un rastro de dolor y tragedia.
*Director Nacional del Nuevo Liberalismo