La noche del 6 de noviembre de 1985, la transmisión de un partido de fútbol entre Millonarios F.C. y Unión Magdalena en el estadio El Campín de Bogotá se convirtió en un símbolo de distracción nacional: la transmisión en televisión nacional sirvió para limitar la información sobre la toma del Palacio de Justicia, ocurrida ese mismo día y bajo circunstancias que marcarían la historia de la confrontación entre el Estado y grupos insurgentes. La toma, iniciada a las 11:40 de la mañana, se desarrolló mientras el país seguía el encuentro deportivo, que fue transmitido a las 8:30 de la noche, desplazando así el relato de una crisis política y social de alta intensidad hacia un relato deportivo que ocupó la atención pública.
La maniobra se llevó a cabo bajo órdenes de la autoridad estatal para evitar transmisiones en directo desde el Palacio. Inravisión interrumpió los noticieros en canales públicos y se ordenó el traslado de equipos hacia El Campín, donde se buscó que la cobertura fuera censurada o reducida para centrar la atención en el partido y, supuestamente, restablecer el orden en la ciudad. En el marco de esa operación, participaron figuras como Noemí Sanín, entonces ministra de Comunicaciones, junto a técnicos y directivos de la televisón pública; el equipo técnico estuvo integrado por el entrenador de Union Magdalena, Eduardo Retat, y el de Millonarios, Luján Manera, además de jugadores como Cerveleón Cuesta y Norberto Peluffo para Millonarios y Juan Gilberto Funes para Unión Magdalena. También estuvieron presentes Jairo Quintero, productor de televisión, y Óscar Múnevar, periodista, y el accionar se instrumentó a través de Inravisión para silenciar o modular la cobertura en un contexto de crisis.
Contexto y consecuencias
Los antecedentes son claros: el 6 de noviembre de 1985, la toma del Palacio de Justicia en Bogotá estuvo a cargo del grupo M-19, en lo que la historia denominó la operación Antonio Nariño. El desenlace dejó un saldo de más de una centena de muertos, numerosos heridos y expedientes incinerados; la conmoción fue tan profunda que la Comisión de la Verdad retomó el caso y señaló el papel de la censura como componente clave de la narrativa oficial de la época. En ese marco, la cobertura mediática de la noticia fue silenciada o desviada para favorecer una distracción mediática durante una crisis que desbordaba toda comprensión, dejando a la población con información fragmentaria y, a la postre, con una versión de los hechos que el tiempo ha cuestionado.
La transmisión del encuentro en El Campín se convirtió en un episodio paralelo a la tragedia nacional: el país aguardaba información crucial sobre la toma mientras el relato deportivo ocupaba el día y la memoria colectiva. Los datos centrales de esa noche incluyen que el resultado final del partido fue Millonarios 2, Unión Magdalena 0, un marcador que eclipsó lo que ocurría fuera de los estadios y que contribuyó a la sensación de que la realidad estaba siendo filtrada por una matriz mediática establecida para contener el impacto de la crisis.
Entre las cifras más contundentes de ese periodo se registraron 98 muertos, 11 magistrados fallecidos y 11 desaparecidos, con cientos de heridos. En el recuento histórico también figura la afirmación de que expedientes de Los Extraditables fueron incinerados, un hecho que forma parte del conjunto de testimonios y documentos que han sido revisados en años recientes. Estas cifras contrastan con la imagen de un país que, a la vista de ese partido, parecía buscar silencio y orden ante una de las crisis más complejas de su historia.
«Muchachos, escuchen las noticias, olvídense del partido» – Eduardo Retat, entrenador del Unión Magdalena
«Quiero prudencia en radio y televisión, señores» – Noemí Sanín, ministra de Comunicaciones
«Es necesario que los medios de comunicación agradezcan este pedido de colaborar con el restablecimiento del orden» – Noemí Sanín
«No censuré; cumplí con mi deber. Impedí que otro 9 de abril destruyera Bogotá.» – Noemí Sanín
«No era la derrota, era el humo y la pólvora del Palacio lo que nos quitó el sueño esa noche» – Eduardo Retat
«Supongo que era necesario distraer a la gente de la tragedia. Así fue» – Óscar Múnevar
Este episodio se inscribe en un contexto más amplio de combate informativo y censura mediática, que hoy la Comisión de la Verdad vuelve a revisar para entender críticamente el papel de los medios en la crisis. Los antecedentes de aquella madrugada violenta, la magnitud de la pérdida de vidas y la incineración de expedientes forman parte de un relato que no se reduce a la propaganda televisiva de un partido de fútbol, sino que ilumina la necesidad de una memoria pública que examine con rigor las decisiones tomadas en esos días para restablecer el orden, incluso si ello significó restringir la verdad en pro de una supuesta estabilidad.
En síntesis, la noche de El Campín no fue sólo la celebración de un marcador favorable para Millonarios; fue un testimonio de cómo la información puede entrar en juego como un arma más de un conflicto complejo, y cómo la memoria colectiva de una nación se ve afectada cuando la verdad se gestiona con cautela desde las alturas del poder. La noticia de entonces, más allá del resultado deportivo, permaneció en la historia como un recordatorio de la fragilidad de la libertad informativa frente a la necesidad de orden en tiempos de crisis.















