Trump y la “realpolitik”

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Por Cr (r) CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ

La «Realpolitik» es una práctica política centrada más en el poder y la realidad que en principios éticos tales como la prevalencia del bien común. Esta forma de ejercitar la política justifica el uso de la diplomacia, la guerra, la manipulación o la negociación según convenga. Tanto así, que al darle una mirada a las declaraciones y primeras posturas de los funcionarios de la política exterior del gobierno Trump, podemos afirmar que todas se enmarcan en la “Realpolitik”: la importancia de Groenlandia, del canal de Panamá, el endurecimiento de la política migratoria incluyendo la negociación de prisioneros con el régimen Maduro, etc.

También estuvo presente la “Realpolitik de la administración Trump en la Conferencia de Seguridad de Múnich donde, como era de esperar, afloraron divergencias entre EE.UU. y Europa. Y en el caso de Ucrania no faltaron las comparaciones con aquella conferencia en la misma ciudad, en septiembre de 1938, en la que Gran Bretaña y Francia aplicaron una política de apaciguamiento con Hitler al consentir la anexión de los Sudetes. Sin embargo, del Múnich actual no salieron soluciones al conflicto de Ucrania que sigue abierto con ambos contendientes buscan seguir ganando posiciones en el campo de batalla.

Lo cierto es que la reunión de Múnich sirvió para reafirmar un cambio de la postura estratégica de EE.UU., pues no parece seguir considerando a Ucrania como el aliado al que hay que seguir apoyando económica y militarmente para contener a Rusia. Más bien, Trump está haciendo suyo un concepto de diplomacia basado en el uso de la fuerza (económica y militar). Es decir, buscaría lograr la paz obligando a los adversarios directos a sentarse en la mesa de negociaciones presionándolos para que lleguen a un acuerdo que ponga fin a la guerra, sin mayor participación de Europa. Quedó así establecida una supuesta equidistancia que desde donde quiera que se le mire beneficia a Rusia puesto que se le brindaría la oportunidad de salir del aislamiento al que le condenó su “operación militar especial” de febrero de 2022.

La postura de Biden y sus aliados europeos, mitigada por cautelas ante una Rusia que continuamente exhibía su fortaleza nuclear, sirvió para reforzar el vínculo trasatlántico entre EE.UU. y Europa, pero desde el momento en que Washington se otorga el papel de “pacificador forzoso”, ese vínculo se debilita porque deja de existir una unidad de acción e intereses.

Algunos califican esta situación como la de una “segunda guerra fría”, pero esto no es tan cierto. Al respecto fue más claro el discurso del secretario de defensa estadounidense, Heghset, en la reunión del Grupo para la Defensa de Ucrania pocos días antes de la reunión de Múnich: “También estamos aquí para expresar clara e inequívocamente una realidad estratégica ineludible: EE.UU. ya no puede centrarse principalmente en la seguridad de Europa. EE.UU. se enfrenta a amenazas directas contra nuestro propio territorio. Debemos dar prioridad a la seguridad de nuestras propias fronteras. También nos enfrentamos a un importante competidor estratégico: la China comunista, que tiene la capacidad y la intención de amenazar nuestro territorio y nuestros intereses fundamentales en el Indo-Pacífico”.

Llama la atención el empleo del calificativo “comunista” pues en realidad no se trata de una rivalidad ideológica sino económica y comercial, trasplantada al escenario internacional. Los comunistas chinos son el adversario porque sustentan un capitalismo de Estado, que es el rival del capitalismo norteamericano. De cualquier manera, Trump no pretende aparecer como el líder anticomunista del mundo libre. Es un líder transaccional, capaz de negociar con sus enemigos, viviendo en un mundo de intereses, no de aliados, pese a que las alianzas sigan existiendo formalmente. Las alianzas permanentes quedan en un segundo plano y son compatibles con pactos bilaterales o con las llamadas “coalitions of willing”término que expresa una asociación puntual y coyuntural.

La conferencia de seguridad de Múnich acabó pues sin propuestas de solución al conflicto de Ucrania y con una incertidumbre que seguirá creciendo en los próximos meses. Por si de pronto, EE.UU. restablece relaciones diplomáticas con Rusia y el presidente Macron convoca una reunión informal intentando delinear una postura común en el escenario de una cooperación euroatlántica debilitada. ¿Estará China analizando si podría salirse con la suya si invade Taiwán?

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