Por ESTEBAN JARAMILLO.
“Si ves una bruja montada en una escoba, es Verón, Verón, Verón, que está de moda”
Destacaba en estos días la importancia de Santiago Mele, en Junior, a mi juicio, uno de los tres mejores jugadores de la Liga colombiana actual, al lado de Juanfer Quintero y Dayro Moreno. Todos con paso por el club barraquillero.
Tan vital Mele como Sebastián Viera y Juan Carlos Delménico en la consecución de títulos, en el favoritismo y en la euforia futbolística de sus aficionados.
A la conversación cayó, con justas razones, Juan Ramón Verón, por lo trascendente que fue y por la contemporaneidad con Delmémico. Siempre destacado, como decenas de futbolistas que pasaron por el Metropolitano o por el Romelio Martínez escribiendo brillantes historias.
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Horas después, su fallecimiento
Como técnico y jugador campeón con Junior, con Estudiantes de Argentina, coronado en Old Trafford frente al poderoso Manchester United, tres veces con la Copa Libertadores en su poder, Verón deja recuerdos maravillosos.
Al lado de Zubeldía, Bilardo, Pachame, Ribaudo y Manera, todos con paso por Colombia, “La Bruja”, como lo llamaban, fue un estelar atacante argentino, con diferenciales condiciones.
Da vueltas por mi cabeza aquel maravilloso trabajo periodístico que en su honor y en el de Alfredo Arango, un talentoso jugador samario del Junior campeón del 77, tan bueno como el Pibe Valderrama, hizo Juan Gossaín para una inmortal antología de reportajes, condensada en un libro. Lo tituló como apocope, Verango.
Una mezcla de habilidades de los dos delanteros que como dice Juan le llenaron los ojos de futbol..
Verón brillo con la pelota. Con su precisa pegada. Nunca desconoció que con Estudiantes, un súper equipo, los partidos fueron futbol y guerra.
Bruja y Brujita, porque también brilló su hijo, en la historia del futbol mundial. Juan Ramón en la memoria colectiva de la vieja guardia del Junior, que nunca lo olvidará.