Por HERNÁN LÓPEZ AYA*
Estamos, prácticamente, a un año de las próximas elecciones para presidente de la República. Y créanme: pensar en quién será el candidato ideal para que esté a la cabeza de nuestro país es bien difícil; esa angustia viene desde tiempo atrás y crece con lo que va pasando día a día, bueno o malo, pero crece.
La dinámica es sencilla.
En primera medida, el que quiera votar debe, por lo menos, conocer a grandes rasgos lo que el candidato de su predilección propone para beneficio de todos.
Acto seguido, debe tener inscrita la cédula y debe tener la intención de ir hasta el puesto de votación, el día de la jornada, así llueva o haga frío o mucho sol. Es decir, no hay excusa para no asistir.
Y tercero, debe hacerlo con conciencia, sin dejarse intimidar o amedrentar o comprar, y debe tener en cuenta las experiencias pasadas; esas que han dejado sinsabores a muchos y que, por culpa de una mala decisión, les han permitido a aprovechados e inescrupulosos acabar con la confianza de quienes los eligen. Y lo peor es que a ellos no les importa, porque el objetivo es su beneficio propio.
Creo que, por lo sucedido (porque la cosa viene siendo evolutiva), el colombiano promedio ha “curtido el cuero” y ha soportado cientos y cientos de desencantos, después de haber votado por “su candidato”, y que este no haya cumplido con lo prometido en campaña. Se les volvió costumbre “embolatar” a sus electores; y lo peor de todo es que, en actitud descarada, varios lo justifican argumentado que “así es el juego de la política”.
Pero, en esta situación, también tenemos culpa. Y muchas veces, por nuestra indiferencia y pereza, perdemos grandes oportunidades de cambio. El siguiente es un ejemplo sencillo:
Recuerdo que, en un intento democrático, los curas del colegio en el que estudié pretendieron realizar unas elecciones para elegir al gran representante de los alumnos ante las autoridades de la institución. Y promovieron la idea, para que existieran lanzamientos de candidaturas y demás.
Muchos de nosotros vimos la oportunidad perfecta para exigir, entre múltiples objetivos, la construcción de un coliseo, una cancha de futbol “de verdad” y mejores uniformes para la banda de guerra.
La idea pasó desapercibida, no hubo campañas y la elección no sucedió. Todo se quedó en rumores y buenas intenciones; y en chismes de pasillo, que fue lo peor. Nunca exigimos el proceso (tal vez porque nos interesaba más que pudiéramos hacer “mini tks” con las niñas de los colegios cercanos) y el plan se desvaneció, al igual que el interés de los curas por continuar con el modelo.
Años después, en la parte antigua de las instalaciones, trazaron el nuevo campo de fútbol con grama sintética y la banda de guerra tuvo más instrumentos y mejores “pintas”. Y quién sabe si el coliseo se materialice; creo que la idea sigue en el aire. Simplemente, nos descuidamos.
Lo que si es una realidad es que la falta de motivación y de pensar, de vez en cuando, en nuestro futuro, es algo que nos agobia y no nos permite seguir surgiendo. Es tal la desesperanza, que ahora votamos por el menos peor, porque quienes se le han medido al juego de gobernar todavía no han aprendido que los intereses deben ser generales y no particulares.
Es bien difícil dejar contento a todo el mundo, pero, al menos, quienes pretenden participar deben intentarlo con transparencia. Ya es demasiado aburridor escuchar o leer, todos los días, casos de corrupción, ausencia de las autoridades, peleas, noticias falsas y mensajes que, al pasar de los segundos, sugieren un país acéfalo.
Es hora de “amarrarnos los pantalones” y exigir respeto.
Ya hay tres candidatos inscritos, por firmas, para las próximas elecciones: el exsenador David Luna, del partido Cambio Radical; el exministro de las TIC, Mauricio Lizcano; y el ex delegado para el derecho a la salud, de la Defensoría del Pueblo, Leonardo Huerta.
Es decir, el juego ya arrancó. Y ya comenzaron a publicar lo que quieren hacer si son presidentes.
Entonces, es desde ya que debemos empezar a pensar y analizar a quién elegimos para que nos ayude; y no debemos dejar todo para última hora.
Esta es una corta invitación a tomar conciencia y a no dejarnos meter “los dedos en la boca” nuevamente, si es que no queremos seguir en la situación en la que estamos. Siempre hay promesas. Nunca hay cumplimiento.
¡Debemos estar alerta!
@HernanLopezAya
* Comunicador Social y Periodista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano con 26 años de experiencia en televisión y Oficinas de Comunicación. Fue jefe de emisión del fin de semana en RTVC NOTICIAS. Ganador del premio de periodismo Álvaro Gómez del Concejo de Bogotá en 2016. Bloguero de KIENYKE durante varios años.