Por JUAN MANUEL GALÁN*
En medio del caos y la incertidumbre que acompañan las jornadas de protesta en Colombia, las noticias sobre desmanes, vandalismo y destrucción, aparecen heroínas que, sin uniforme o cargo público, encarnan la esencia del valor civil, de esa identidad femenina que representa la solidez de nuestra sociedad. Este es el caso de Yaneth Franco, una humilde vendedora de empanadas, arepas y chorizos en el barrio Verbenal, al norte de Bogotá, que se atrevió a dar el primer paso, armada de su voz, y se enfrentó a un grupo de “niños del barrio” como ella misma los identificó, a pesar de aparecer encapuchados, que pretendían bloquear la calle y cerrar el comercio de la cuadra.
El 28 y 29 de mayo, mientras algunos ejercían su derecho democrático, pacífico y legítimo a la protesta, otros optaron por la violencia: bloquearon vías, incendiaron, atacaron los CAI y amenazaron la tranquilidad de comerciantes y vecinos. Fue entonces cuando Yaneth, sin más escudo que su delantal y su sentido de lo justo, se plantó frente a los vándalos y les gritó: “¡No vamos a permitir que traigan violencia al barrio! ¡Esto es vandalismo!”. Su voz, firme y decidida, no solo defendía su puesto de trabajo, la comida que con tanto esfuerzo había preparado, sino también el derecho de toda una comunidad a vivir en paz y a trabajar honradamente.
El acto de coraje de Yaneth no fue un impulso aislado. Madre y formadora de sus hijos, entendió que su deber ciudadano iba más allá de proteger su negocio: se trataba de reclamar por quienes callan por miedo, egoísmo, indiferencia o complicidad, de decir “basta” a quienes instrumentalizan la protesta para producir caos y destruir. Su ejemplo nos recuerda que la sociedad civil no es un actor pasivo, es una institución democrática y un pilar en la defensa del orden, la legalidad y la convivencia.
Yaneth interpretó a millones de ciudadanos que quieren trabajar, que los dejen salir adelante, sin violencia, sin bloqueos, acosos y trabas. Su gesto contagioso representa la defensa de los valores democráticos: la justicia, la no violencia, el respeto por la ley, la protección de los derechos ciudadanos, la solidaridad y la promoción de una cultura de paz. Ella nos dio ejemplo de resistencia civil, actuó con el coraje que solo tienen las mujeres a pesar de ser tan violentadas en nuestro país. Su acción fue una forma de protestar, sí, pero una protesta contra la violencia, contra el miedo, contra la imposición del caos de los que desde el poder “tiran la piedra y esconden la mano”.
Es justo y necesario reconocer el valor de personas, como Yaneth, que comprenden que el orden y la autoridad legítima no son enemigos del pueblo, sino aliados en la construcción de una sociedad pacífica más justa y segura.
Yaneth merece reconocimiento como ejemplo de que en democracia ejercer ciudadanía, no es solo reclamar derechos, también es entender que tenemos deberes. Su ejemplo es inspirador, esperanzador, una señal de que nuestra conciencia colectiva puede y debe despertar, es un gesto de solidaridad, una muestra de la verdadera resistencia civil, democrática y pacífica por la justicia. Colombia necesita amplificar voces como la suya, la voz de la clase trabajadora que pide trabajar, que quiere salir adelante con su familia y su comunidad.
*Director Nacional del Nuevo Liberalismo