El youtuber Alejandro Escallón, creador de contenido detrás del canal gastronómico B.eats, visitó la Cárcel Distrital de Bogotá para grabar el funcionamiento del rancho de cocina y el menú diario elaborado por 28 internos, supervisados por la institución, en una propuesta que contempla la preparación de seis platillos cada jornada. La visita, que forma parte de un video reciente del canal, busca evidenciar cómo la comida puede unir a las personas y servir como puente hacia la reinserción, un tema central para el proyecto mostrado en La Veintitrés Manizales.
En el recorrido se habló con la directora de la cárcel, Adriana Patricia Hernández, con el chef profesional Miguel Ángel y con uno de los internos, José Castillo. Hernández explicó la autonomía de la institución y su dependencia de la Secretaría de Seguridad, enfatizando que hay un administrador y un chef que trabajan con los internos para verificar que todo lo recibido por la iniciativa privada esté debidamente supervisado. Miguel Ángel, por su parte, señaló que este es un taller en el que no existen descuentos para los internos, pero sí un salario que se envía a un familiar. José Castillo afirmó que entre los internos no hay jerarquía y compartió su motivación para aprender a cocinar y su deseo de estudiar para su vida fuera de prisión. Escallón comentó que no había visto una preparación tan grande de arroz con leche y coincidió en que el proyecto tiene potencial para inspirar a otros. El equipo docente subrayó que, con productos de la más alta calidad, se preparan platos nuevos a diario y que parte de lo producido se utiliza para el mantenimiento del taller.
La cocina como puente entre prisión y comunidad
El programa en la cárcel combina talleres de alta cocina y una panadería, con 28 internos repartidos en dos grupos de 14 y un menú diario compuesto por seis platillos. El primer turno inicia a las 4:30 a. m.; el desayuno se entrega aproximadamente a las 6:00 a. m., lo que marca un inicio temprano de la jornada gastronómica. Entre las herramientas destacadas figuran tres ollas grandes utilizadas para preparar arroz con leche, una de las preparaciones más destacadas. Los productos se entregan a internos con buen comportamiento y una parte de los ingresos se destina al mantenimiento del taller; además, un supervisor en el depósito controla la cantidad de alimentos para evitar irregularidades. Los internos reciben clases especializadas y, cuando corresponde, pueden vender lo elaborado, generando ingresos que también fortalecen el taller y la experiencia de aprendizaje.
«Este es un taller, ellos no tienen descuentos, pero ofrece un salario que se le envía a un familiar» – Miguel Ángel, chef profesional
Este reportaje forma parte de B.eats, canal de gastronomía del youtuber, y destaca que la comida puede ser un medio para unir comunidades y abrir posibilidades de futuro. La Cárcel Distrital sostiene su posición de autonomía y dependencia de la Secretaría de Seguridad, con supervisión para garantizar que lo recibido por la iniciativa privada esté bien, y señala que existen proyectos similares en el país. Los internos, además de aprender cocina y panadería, buscan seguir cocinando y estudiar para su vida fuera de prisión, con la esperanza de convertir estas herramientas en oportunidades reales de reinserción.
















