Con el propósito de…

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Por HERNÁN LÓPEZ AYA

Admiro, sublimemente, a esas personas que logran lo que se proponen. De buena manera y con objetivos loables, claro.

Hacen parte de esa especie humana repleta de optimismo y ganas de salir adelante, sin la necesidad de convertirse en un coaching o en el pastor de cualquier tipo de comunidad o iglesia.

¡Son unos berracos!

Y, a pesar de que muchas veces no queramos aceptarlo, esa energía nos contagia, de una u otra forma. Pues este año no será le excepción, así nos queden algo menos de 48 horas del mismo.

Decidí, junto con mi esposa, escribir propósitos para realizar en 2025, a como dé lugar (y sin necesidad de intermediarios). Tengo un montón y será complicado; pero creo que, con algo de arrojo, llegaré al destino final que la larga lista plantea.

Ejemplos a seguir, hay muchos. Y el que más ha permanecido en mi cabeza fue uno que logró mi mamá, unos meses antes de su muerte.

Ella, fumadora empedernida de cigarrillos durante más de 20 años, un día dijo “no más”. Pero ese sacrificio tenía, como recompensa implícita y solicitada, un objetivo claro: que sus hijos no fumaran.

Para ese año, en el que nos dejó, su consagración fue valiosa. Pero parte del objetivo no se logró. Si bien la vimos luchando contra eso y contra una fuerte enfermedad, mi hermana y yo no logramos aguantar la tentación. Es más, creo que yo llevaría unos dos años fumando, antes de que ella hiciera la promesa. No obstante, lo que quedó fue el ejemplo, la valentía de una mujer que tuvo que enfrentar situaciones muy difíciles, antes de tomar camino. 

Entonces, si ella pudo con tremendo reto, ¿por qué yo no?

Propósitos es lo que he tenido, pero muchos no los he cumplido. No obstante, este año será especial. ¿Y por qué? Porque, para llegar a ellos, hay que tener voluntad y siento que en 2025 sí se me va a dar la gana de cumplirlos.

La lista es larga; y voy a dejar plasmado en este texto los que considero más importantes y que, ojalá, dejen ejemplo.

El primero es bajarle al consumo de azúcar. No hay nada más rico en la vida que comer postres, dulces y todo lo que contenga azúcar. Entre esos manjares está la gaseosa de color negro que, según expertos, sirve para aflojar tuercas oxidadas. Mi amigo Camilo Moreno dice acerca del producto, con total convicción, que es “vitamina para el alma”.

Y tiene razón (o mejor, tiene mi apoyo).

Ese preciado líquido, para mí, es el complemento perfecto de una hamburguesa o una pizza. Hay otros que prefieren agua, pero debo confesar que mi eterno pecado es ese “elixir”. Claro: también sé que hace mucho daño y que debo dejarlo.

El segundo es ahorrar. Por cuestiones de la vida, no soy el más dúctil en el manejo de las finanzas. Y, actualmente, tengo más responsabilidades que hace unos años, cuando me podía dar el lujo de gastarme gran parte de mi sueldo y guardar, únicamente, lo de los buses para ir a trabajar. Por fortuna, tengo a mi lado a un General de tres soles, que maneja el dinero de mi casa con inteligencia. Si no fuera por ella, no nos alcanzaría para todo lo que hacemos con lo que ganamos. Entonces, me apretaré el cinturón en 2025.

Y el tercero, del resto que me queda, será estudiar más. No fui un alumno ejemplar; lo logré hasta noveno grado de bachillerato. Desde mi primer décimo grado, mi vida tomó otro rumbo y lo del estudio, muchas veces, pasó a un segundo plano. Por fortuna, la vida me ayudó a reaccionar y traté de aprender lo que más pude. El 2025 será el año del refuerzo: refuerzo del francés, refuerzo del inglés y, ojalá el tiempo me lo permita, aprender más cosas sobre mi oficio.

Vuelvo y lo repito: entre el tintero se quedan varios. 

Y debo aprovechar que todavía hay ganas. No soy un jovencito pero tampoco soy un viejo. Y todavía puedo hacer cierto tipo de atrevimientos con los que, creo, mi vida mejorará mucho. Y si lo logro, pues no solo la recompensa será para mí; servirá para los que me quieren y viven pendientes de mi bienestar; y para quienes debo acompañar, de una forma u otra, hasta el final de mis días, como mi esposa, mis hijas o Lucas, mi nieto.

En estos momentos, más que nunca, siento que debo cumplir. Y siento que debo ser ejemplo. 

Y a quienes estén leyendo este texto, les escribo que los propósitos no se deben quedar, únicamente, en los mordiscos que le damos a las 12 uvas o en las vueltas a la manzana que hacemos con la maleta vacía. Hay que seguir adelante, enfrentar lo que la vida plantea, luchar por lo que uno quiere.

Pero ojo: siempre con decencia y mucho sacrificio. No hay nada más reconfortante que darse cuenta de que “el esfuerzo valió la pena”.

¡Feliz 2025, repleto de cosas buenas y, sobre todo, mucha tranquilidad!

@HernanLopezAya

*Comunicador Social y Periodista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano con 26 años de experiencia en televisión y Oficinas de Comunicación. Fue jefe de emisión del fin de semana en RTVC NOTICIAS. Ganador del premio de periodismo Álvaro Gómez del Concejo de Bogotá en 2016. Bloguero de KIENYKE durante varios años

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