Por HERNANDO AYALA MELGAREJO*
- Ningún colombiano mártir instrumento para volver a ganar elecciones como hace 35 años.
- Imposible volver a morder el anzuelo del odio propagado y sectarismo fanático para seguir lo mismo.
Quien conoce a Colombia en las entrañas del monstruo de la política electoral y el poder en el control de lo público, el Estado y el aparato de repetición en la llamada democracia electoral representativa, sabe qué hay en el fondo de la violencia instrumento de sometimiento de la voluntad de la gente en caos y pánico masivo.
Los medios industriales masivos en repetición intensa ruedan imágenes del caos vivido en el atentado al senador Miguel Uribe en Modelia, sector occidente de Bogotá el sábado 7 de junio en actividad de proselitismo legítimo por su aspiración política. Ni el joven candidato víctima de este acto ni nadie, puede ser objeto de ataque contra su integridad ni pérdida de su vida por razón de su actividad y convicción ideológica en legitimidad. Nadie en la legalidad puede aceptar esta realidad repetida.
Los colombianos menores de cuarenta años no son conscientes de la violencia en política por elecciones vivida hasta 1990, campaña en la que fueron asesinados cuatro candidatos presidenciales, tres de la oposición al régimen y uno del partido de gobierno que fue traicionado por la extrema ideológica tradicional instalada en la avenida Caracas con calle 35 en Bogotá. Así se instaló el futuro neoliberal prometido, generador de la confrontación ideológica en 2025.
Todo el episodio de violencia que tuvo en el centro otra vez a dos jóvenes colombianos en junio 7, un candidato de 39 años y un sicario de 14 años, fue transmitido por medios masivos como si hubiera regresado la historia a aquel 1990. La forma, los reportes, los encuadres, los analistas y la retórica del rechazo y las frases hechas, todo visto hace 37 años como si el reloj de la historia estuviera congelado en ése tiempo. Abrumador manejo mediático. Como si se tratara de una intención de instalar un efecto mental en unas generaciones que deben actuar como aquel tiempo de sus padres y demás mayores.
La sociedad y el Estado viven por cuenta de este aviso terrible, un saldo negativo que amenaza con arrasar la posibilidad de transformación y avance para imponer la reversa de la violencia, terror, miedo y odio con todos los instrumentos funcionales a la realidad estructural de control de poder y sometimiento a la mayoría sin derechos ni posibilidades de desarrollo humano y avance social en equidad e inclusión real. La ecuación del negocio electoral es menos derechos y menos gasto social para aumentar ganancias privadas como en el negocio retorcido de la democracia en Washington, versión Trump Musk hoy convertida en vendetta económica sociopata.
Colombia y su eterno retorno se repite tal cual en política, poder, guerra cognitiva, concentración económica, fútbol, todo el ecosistema tradicional de exclusión y clasismo, discriminación, segregación y magnates de ideología monetaria desde la fantasía en la pobreza y analfabetismo político ideológico. El NO futuro le gana cada vez al futuro privado exclusivo de un club feudal que sigue tal cual en 1990 instalado en la Caracas con 35 y sus corresponsables con los demás avisos de empresas electorales listas a ratificar su dogma de que la gente debe obedecer, temer y vivir sometimiento sin solución. Al pueblo nunca le toca, dijo Salom Becerra.
Si la gente no sale de su entrampamiento emocional, visceral por obsesión y fanatismo, Colombia se repite los siglos que quedan en depredación libre sin derechos. Sólo vivir mal y acostumbrada al miedo y odio patológico a sus enemigos imaginarios no conocidos.
*Periodista disnnet@gmail.com