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Aerocafé: La Conexión que nos falta

Columnista Invitado JUAN SEBASTIAN GÓMEZ*

En el Eje Cafetero hemos aprendido que el desarrollo no es un accidente, sino el resultado de decisiones valientes y estratégicas. Aerocafé no es un capricho ni una obra de lujo, es una necesidad urgente para garantizar el crecimiento de nuestra región y su integración con el resto del país.

Hoy, nuestros aeropuertos actuales han alcanzado su capacidad máxima. Matecaña en Pereira ya no puede ser ampliado, Armenia tiene restricciones significativas y La Nubia en Manizales opera con limitaciones evidentes. Aerocafé no solo soluciona este problema, sino que además se convierte en una infraestructura clave para más de 40 municipios del occidente antioqueño, que encontrarán en este aeropuerto su mejor opción de conectividad, más cercana y eficiente que cualquier terminal aérea de Medellín o Rionegro.

A esto se suma una realidad que muchos prefieren ignorar: en Medellín se está considerando el cierre del aeropuerto Olaya Herrera para dar espacio a la expansión urbana. En este escenario, Aerocafé no solo será fundamental para Caldas, Risaralda y Quindío, sino que podría convertirse en una alternativa estratégica para el propio departamento de Antioquia, especialmente cuando Pacífico III dejará a Medellín a solo tres horas de Palestina.

Construir Aerocafé es una deuda con el desarrollo y con el municipio de Palestina, que ha cargado con las consecuencias de una obra que ha sido postergada, politizada y hasta sabotajeada en el pasado. Su gente ha visto promesas incumplidas, retrasos inexplicables y recursos que se han esfumado en una maraña de intereses mezquinos. Es hora de saldar esa deuda y de hacer justicia con un proyecto que puede transformar su futuro y el de toda la región.

Hasta la fecha, se han asegurado $770.000 millones para la construcción del lado aire (pista, calles de rodaje y plataforma de aeronaves), pero aún faltan $400.000 millones para las obras del lado tierra (terminal de pasajeros, torre de control, hangares, estación de bomberos, entre otros), sin contar con las vías de acceso, que no todas están financiadas. Este es el reto que nos queda por delante.

El proyecto no resiste un escándalo más. Invitamos a las fuerzas políticas que han convertido esta obra en un botín de guerra a que actúen con responsabilidad. No sabemos con qué intereses se pelean por su control, pero sí sabemos que lo que está en juego no es solo una obra de infraestructura, sino el futuro del Eje Cafetero y su gente. Es hora de pensar en la región, en la vulnerabilidad de este proyecto y en el desarrollo que nos merecemos. Aerocafé no puede ser una promesa incumplida más.

*Representante a la Cámara por el Departamento de Caldas

Columna de opinión

Las opiniones expresadas en las columnas de opinión son de exclusiva responsabilidad de su respectivo autor y no representan la opinión editorial de La Veintitrés.

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