Por Esteban Jaramillo Osorio
En período reflexivo de un mes se encuentra la selección Colombia, mientras llegan los próximos partidos en el camino al mundial, contra Uruguay y Ecuador que amenazaron en su convincente estreno.
Sin derrotas en juegos oficiales y amistosos, argumento central del elogio, aunado a la renovación que aún no arroja frutos, se aprecia un desencanto que la exaltación de la mediocridad no disfraza.
No solo se debe buscar el triunfo como verdad irrefutable en el soporte a la clasificación. También se necesita agradar, convencer, divertir, con razones remarcables que lleguen desde la cancha
Con desempeño irregular, con pocos pasajes lúcidos, esperanzados en las circunstancias ingobernables que surgen, se puede ganar un partido. Pero con un elevado rendimiento, mayores serán las expectativas de triunfo, y el reconocimiento público.
En el mundo actual del futbol, para algunos, jugar bien parece secundario, sobre todo en Colombia, relevado por la lucha y el sudor, por resaltar en las estadísticas. Pero, las cargas emotivas llegan con la calidad técnica del futbol que se practica.
Lorenzo hasta ahora, no se ve diferente a sus antecesores.
Plano es su fútbol, el que jugó como “tractor” defensivo, protegido por entrenadores resultadistas. El que predica, desarrolla y gestiona, sin seducir a los hinchas.
Hay futbolistas colombianos disponibles para un juego mejor, pero no se elige ni se alinea con acierto. Lo que implica que en la cancha poco se ve la labor del equipo.
Los convocados llegan por preferencias de los entrenadores, sin justificarlo con rendimiento. Otros, a hacer turismo, como manera hábil de contrarrestar la presión de los medios. Qué impertinentes y petulantes ciertos periodistas en sus exigencias, pretendiendo la convocatoria de algún jugador, que no goza del aprecio futbolístico de los técnicos. Algo va de una sugerencia a una imposición.
No hay mano con destreza, en el pizarrón del cuerpo técnico, al evaluar los buenos o los malos momentos. Los relevos son insustanciales, se buscan con ellos soluciones individuales y no se potencia el trabajo colectivo, con efectividad, distante del toque-toque improductivo.
Los pensamientos aquí expuestos, no tienen como propósito desestabilizar al jefe técnico, lo que sería un gran despropósito. Su ciclo oficial apenas comienza y la proyección de ir al mundial no tiene enredos. Son tantas las plazas disponibles.
Se trata de mirar desde otro ángulo a la selección y a quien la dirige, sin entrar en conformismo, con una posición crítica constructiva.
Es pedirle mayor calidad a su trabajo.
Twitter: @estejaramillo